¡Los cuadros no!

  Tampoco las paredes, ni los monumentos “Esas no son formas de protestar”. Continúa el discurso de minimización de la violencia de género “¡los cuadros no! ¡La CNDH no! Todas estas expresiones no se dicen sólo en contra del acto de protesta, se gritan conociendo el porqué del acto.   Cuando unos cuadros, paredes, espacios y monumentos intervenidos, materia muerta, pesan más que los 21,292 delitos sexuales cometidos en contra de niñas y mujeres, en el periodo marzo-julio del presente año según los datos proporcionados por el SESNSP, entendemos cómo nos ve el estado a nosotras las niñas y mujeres de México, como objetos con una valía menor a la de una pintura de sus héroes varones.  Lo importante es ¿Por qué las mujeres y colectivos feministas tomaron la Comisión Nacional de los derechos humanos? Por hartazgo, por la percepción de injusticia, impotencia, dolor y rabia que viven las madres de niñas, adolescentes y mujeres que fueron víctimas de violencia sexual, física y/o feminicidio. Por ello el 3 de septiembre, diferentes colectivos de feministas, mujeres y hombres, familiares de las personas que han sido víctimas de violencia, tomaron las oficinas de la CNDH.  Las demandas de la protesta son exigir justicia con perspectiva de género y un enfoque de derechos humanos para todas las mujeres víctimas de feminicidio y violencia sexual; reparación integral del daño para las víctimas y sus familiares; que las autoridades correspondientes esclarezcan los casos; presupuestos y políticas públicas con perspectiva de género que garanticen el derecho de niñas y mujeres a vivir una vida libre de violencia.  Nada incongruente la petición considerando que sólo en los primeros meses de contingencia habían 550 casos de mujeres, niñas y adolescentes desaparecidas según la Comisión Nacional de Búsqueda; 1,580 mujeres asesinadas, 348 casos investigándose como feminicidios y 15, 180 mujeres, niñas y niños víctimas de violencia machista a las cuales la Red Nacional de Refugios ha protegido. A continuación, retomé algunos diálogos extraídos de diferentes vídeos de YouTube tanto del discurso de Andrés Manuel como el de las mujeres que tomaron la CNDH. Los expondré como si fuesen una conversación, lo cual tal vez ayude a visibilizar las diferencias entre las prioridades de la autoridad y las de las mujeres que exigen justicia. 

-Andrés Manuel: “Respeto todas las manifestaciones, pero no estoy de acuerdo en la violencia y en el vandalismo, no estoy de acuerdo con lo que hicieron a la fotografía, a la pintura de Francisco y Madero”.

-Erika: “Entonces quiero decirle al presidente que ¿cómo se indigna por este cuadro? ¿por qué no se indignó cuando abusaron de mi hija?”.

-Andrés Manuel: “Yo creo que quien conoce la historia de este luchador social sabe que debemos de guardarle respeto, se le conoce a madero como el apóstol de la democracia, él dio su vida, por luchar en contra de la dictadura Porfirista, que era una dictadura represiva que le causó la muerte a muchos mexicanos en sufrimiento”.

Erika: “¿Cómo es posible que el señor presidente salga a defender un cuadro y no a un niño a una mujer, esto es una burla más para mí, una agresión más para mí […] ¿cuántos años más le faltan por vivir? Y que su dolor lo va a llevar para siempre y este cuadro no siente, no vive” (Su hija de 7 años fue víctima de abuso sexual en 2017, el culpable no ha sido detenido).

-Andrés Manuel: “Entiendo que hay mucho dolor y las víctimas de la violencia están con razón muy dolidas y que tienen derecho de manifestarse, pero no creo que esa sea la mejor forma de hacerlo […] 

Yesenia: “Ya basta pinche presidente ¿en dónde vives? ¿en qué país vives? ¿qué no ves que sí existimos? Cada vez hay más violencia para nosotras las mujeres para los niños, ya no nos vamos a callar, llevo 3 años en mi lucha y me voy a morir en la raya”.

-Andrés Manuel: “La violencia no es el camino, no se puede enfrentar la violencia con la violencia”.

-Yesenia: “Los que asesinaron a mi hija la violentaron de todas las formas hasta definitivamente acabar con su vida y aun así me siguen chingando por todas las redes […] los derechos no son para todos, son para las víctimas principalmente, no para los asesinos” (Su hija de 19 años fue asesinada en 2016, los culpables no han sido detenidos). 

A mí no me enfadan las manchas de colores con las que se intervinieron sus cuadros de héroes. Me duelen las manchas rojas con las que se baña a diario México, rojas de sangre de niñas y mujeres asesinadas. A mí me duele el dolor de todas, nosotras las humanas, que sí sentimos, y que vivimos con dolor, miedo, y mucha rabia.  ¿Cómo podemos apoyar?  Informándonos en páginas de colectivos feministas o voces feministas los hechos que están ocurriendo en las instalaciones de la CNDH y no en medios que han sido manipulados a conveniencia, así como no compartiendo información que reevictimice a las niñas y mujeres que sufrieron/viven en situación de violencia.  De tener la posibilidad, apoyar con despensa, medicamentos o económicamente (para gastos de transporte de las familias, alimentos para los y las niñas huérfanas de madre tras un feminicidio; para las mujeres que están haciendo plantón. Comunícate con el “Frente Nacional ni una menos” si estás interesada/o en hacer una donación monetaria o en especie. 

Tono sepia

  En el cine de acción estadounidense, las representaciones de México son las de una tierra sin ley de tono sepia, donde cada nivel gubernamental es una estructura corrupta e incapaz de ejercer verdadera autoridad, la pobreza es la realidad diaria de la mayor parte de la población y la violencia pende cual espada de Damocles sobre la cabeza de todos. A esta semana solo le falta el filtro sepia para convertirse en una mala película de acción donde algún gringo baja a resolver todo a balazos y one liners. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos fue tomada por colectivas feministas que expresan la impotencia que sienten millones de mexicanas diariamente ante la violencia de género. En lo que podría ser el evento político más relevante del 2020, las ocupantes del edificio le gritan a un país cuya sociedad e instituciones no se toman en serio el problema que representa la desigualdad de género y la violencia contra las mujeres. Para una parte de nuestra sociedad, tomar en serio el problema significa reconocer que todo el aprendizaje cultural que han desarrollado durante años y les sirve como mecanismo para interpretar la realidad es una de las causas que normalizan la violencia contra las mujeres, por lo que son cómplices silenciosos. Para otra parte, compuesta exclusivamente por los hombres, significa que tenemos que colaborar en derribar un sistema que nos beneficia a costa de cerrar oportunidades y causar sufrimiento a mujeres; significa aceptar que todos somos victimarios que hemos ejercido y seguimos ejerciendo violencia, en ocasiones voluntaria, en ocasiones no intencional. Además de la condición social, está la resistencia desde el poder. La ocupación podrá representar un estallido de hartazgo contra la falta de políticas para reducir la violencia de género por parte del gobierno federal, pero no debemos olvidar que los gobiernos estatales y municipales también tienen una responsabilidad muy importante en permitir que la violencia se propague. Al final del día, las condiciones que facilitan la violencia y fomentan la impunidad se crean, toleran y reproducen en lo local. En Chihuahua, la situación parece libreto de historia apocalíptica. Campesinos se enfrentaron a la Guardia Nacional por el agua contenida en una presa, que, aunque vital para ellos, está comprometida para ser distribuida en ciudades de Estados Unidos por un tratado internacional de uso conjunto de aguas que atraviesan los dos países. Mientras escribo esta columna, se han reportado dos muertos y heridos en una situación donde la Guardia Nacional participó, pero las circunstancias precisas no son claras. Lo que pasó en Chihuahua parece un siniestro augurio de un futuro no tan lejano, en el que la crisis climática golpeará con especial crueldad a nuestro país, pues los servicios públicos no tienen cobertura universal ni se caracterizan por ser particularmente eficientes o sustentables. A nivel nacional, nos enfrentamos con la tragedia de las muertes a causa del coronavirus. Las malas condiciones estructurales del estado de salud mexicano, los servicios deficientes de seguridad social y una economía que jamás se terminó de consolidar se sumaron a una política de control del virus que no generó incentivos reales para quedarse en casa y no realizó un seguimiento sistemático de los primeros casos. Han pasado alrededor de 200 días desde que empezó la Jornada Nacional de Sana Distancia, en los cuales han muerto más de 60,000 mexicanos, lo que pone a la situación en el escenario catastrófico que mencionó López-Gattel en los albores de la crisis. Hay algo importante que tenemos que aprender de estos tiempos convulsos que estamos viviendo: necesitamos una forma nueva de hacer cosas públicas. Todos los problemas arriba mencionados, así como muchos otros que por espacio o ignorancia dejo fuera, pueden tratar de mitigarse mediante intervenciones públicas. Sin embargo, para que las intervenciones públicas funcionen, necesitamos reencarrilar todo el desbarajuste que representa la colectividad mexicana. Tenemos que empezar a asumir los problemas nacionales como cosas complejas, que requieren soluciones creativas, medibles y orientadas a largo plazo. Pero para lograr eso, necesitamos apostar por gente que crea en hacer mejores diagnósticos e implementar mejores herramientas para generar resultados. Y sobre todo, tenemos que cambiar los liderazgos que valoramos. De nada sirve tener gente preparada, honesta, o calificable de cualquier adjetivo bonito, si no está dispuesta a debatir y a responder con argumentos que puedan sostenerse en evidencia. Y de nada servirá tener gente que esté dispuesta a debatir y argumentar si no inclinamos nuestras preferencias electorales ante quien pueda fundamentar sus promesas en argumentos y realidad.

¿A dónde van los desaparecidos?

  Me hubiera gustado encontrar datos duros y certeros para hablar de la cantidad incontable de personas desaparecidas en nuestro país, pero sobre todo de las personas desaparecidas en Colima. No obstante, se tiene registro de que dentro del periodo de marzo de 1964 al año 2018 existen 1,243 personas que desaparecieron en Colima, de acuerdo a los datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, ubicando a Colima como el segundo lugar nacional en desapariciones.  ¿Qué está pasando de trasfondo para el alta de personas desaparecidas? ¿A dónde van? ¿Qué refleja a la sociedad este problema de inseguridad? La delincuencia organizada, la trata de personas y desaparición forzada son las principales causas de que existan personas desaparecidas, desde niños hasta personas mayores, porque las desapariciones no reconocen edades o circunstancias, pero ante las posibilidades de obtener justicia y el derecho a la verdad que tienen los familiares de las víctimas no son iguales. Retomo la canción de Rubén Blades que frasea “que alguien me diga si ha visto a mi hijo, es estudiante de pre medicina, se llama Agustín, es un buen muchacho…Clara Quiñones se llama mi madre, es un alma de dios, no se mete con nadie…”. Las desapariciones parece que no hacen distinción ni en edad, género, profesión o estatus económico, al parecer no siguen un patrón y esto hace aún más complejo abordar el problema por parte de las autoridades que han sido incompetentes en proponer y ejercer políticas de prevención, políticas de seguridad pública, acciones para proteger a las familias de las víctimas y que la procuración de justicia cumpla con su objeto real, dar justicia. Es un saldo que parece no importarle a quienes les debe importar, existe una carencia de empatía por los servidores públicos que tienen la competencia de generar acciones para esta problemática que es REAL y EXISTE, y seguirá creciendo si no se atiende a la raíz. “¿A dónde van los desaparecidos?, Busca en el agua y en los matorrales, ¿Y por qué es que se desaparecen?, Porque no todos somos iguales” Los colectivos sociales para la búsqueda de personas desaparecidas tienen que hacer el trabajo de los servidores públicos, y esto es algo que de manera estructural e institucional resulta incongruente, pues no genera la realización de un estado de derecho, ya que son las propias familias las que deben garantizarse a sí mismas los derechos humanos, tanto de ellas como de las personas que ya no están físicamente. “¿Y cuándo vuelve el desaparecido?, Cada vez que los trae el pensamiento, ¿Cómo se le habla al desaparecido?, Con la emoción apretando por dentro.” A las personas desaparecidas no se les tiene que olvidar, tal y como lo han hecho las autoridades, resulta urgente que se establezcan las líneas de investigación en las que las familias y colectivos sean parte, para que el trabajo de búsqueda sea conjunto y con ello tener avances en las investigaciones, y con ello garantizar la justicia y el derecho a la verdad.

Ojalá sea verdad

  Luego de la avasalladora victoria de Morena en las elecciones de 2018 a la que muchos le atribuyen votos de castigo o votos de hartazgo por parte de la población mexicana, lo cual desde luego que fue así, se han venido dando sucesos bastante interesantes. Uno de los que me parece más importantes es el de la división de las masas y el cambio de perspectiva. Este suceso se observa primero en los medios de comunicación y después en la oposición política del actual gobierno. Como ya era sospecha de muchos, la manera en que opera la manipulación de perspectiva es un sistema bastante invasivo para las mentes, ya que constantemente estamos bombardeados con información de todo tipo e incluso opuesta por todos lados, desde las escuelas, la información oficial, libros, revistas, noticieros, la radio, televisión y ahora muy de moda las redes sociales y el internet en general.  Situación tal, difícil de superar, que existe información suficiente para sostener o medio sostener cualquier argumento que se nos ocurra, siendo uno de sus efectos más dañinos el de no saber qué pensar. En el caso de México, de acuerdo con el analista geopolítico Alfredo Jalife, el eje que ejerce la manipulación y el cambio de perspectiva ha sido operado por una triada oscura conformada por todo un bloque considerable de medios de comunicación (Reforma, Krause, Loret, El Universal, etc.), los ya conocidos políticos del binomio PRI-PAN y por supuesto la fuerza bruta de una parte de los cárteles del narcotráfico, en mancuerna con puestos clave del ejército y policías de todos los niveles. Los primeros se encargan del engaño general y difusión de información falsa, los segundos de la parte teórica-operativa-administrativa y los últimos de recolectar ganancias ilegales y de arremeter contra quien se atreva a desenmascararlos. Dejando de lado por el momento sus nexos con trasnacionales y paraísos fiscales. El discurso que ha repetido sin cesar el bloque de Morena y particularmente Andrés Manuel, es el de la decidida lucha contra la corrupción, diagnóstico realmente acertado y conocido por todos. Al menos en mi caso, desde que tengo uso de memoria he escuchado palabras de desesperanza en todos mis círculos sociales aseverando que los políticos son corruptos y no hay nada sustancial que pueda cambiar esto, dada la naturaleza humana. El diagnóstico de la corrupción le valió a Morena en buena medida la aceptación mexicana.  Pero el hartazgo por la clase política se ha venido sembrando desde hace décadas con cada vez mayor abundancia, siendo el PRI el primer partido en México en convertirse en el arquetipo del poder corrompido, un mito moderno. En este mito el poder es inalcanzable e incluso impensable para una gran mayoría que, resignados a su destino, aceptan sin remedio la usurpación de todo lo que se pueda imaginar, de lo particular a lo general, de ida y vuelta, del individuo a la naturaleza misma, viceversa y otra vez de regreso. De esta forma el PRI tomó cada vez más fuerza en el pensamiento popular al dar entender con suficientes evidencias que a quien se atreviera a revelársele sería asesinado impunemente, sin justicia aparente. No obstante, en ciertos momentos de la historia, parece olvidarse que todo exceso tiende a reventar. El primer momento de intento de cambio de régimen se vino con el triunfo del PAN en el 2000, situación que como bien sabemos culminó en Felipe Calderón hasta el 2012, es decir, nada bien. Al final el PAN se presentó como una extensión más del PRI. El triunfo y gobierno de Peña Nieto fue todavía más cínico, su sexenio sólo sintetizó todo el PRI y todo el PAN que se nos pueda ocurrir: fraudes electorales, manipulación, violencia, sobornos, excesos, ignorancia, impunidad, arrogancia y demás fenómenos que se encuentren en este campo semántico. Aún encima de estas razones y la cereza de la superficialidad y falta de seriedad de la clase política, fue su relación telenovelezca con la Gaviota ¿Qué hizo el mexicano?  Lo que mejor saber hacer, reírse; sin eufemismos, lo hizo memes.  Para desgracia de EPN, le tocó una época en la cual el mundo está hiperconectado, ya nadie le creía nada, ni que había ganado legítimamente, ni que hacía cosas buenas, y todo mundo sabía que era manipulado por alguien más fuerte que él, una especie de Salinas Videgaray.  Después de una constante campaña en contra de la corrupción y la mafia del poder, conceptos claves para la teoría morenista, el mexicano dio ese malnacido voto de hartazgo, que la ahora oposición, entonces oficialista, no supo ni por dónde le cayó. Hay que observar atentamente cómo esta teoría tiene algunos puntos a favor, ya que desde hace años han venido señalando un quimérico ser, en su esencia lleno de corrupción, maldad, egoísmo, necesidad de poder y avaricia, un ser equiparable con la hidra del EZLN, el patriarcado, con el capitalismo, el sedentarismo extremo, con el neoliberalismo y la oligarquía. El caso Lozoya específicamente ha sido estandarte y parteaguas en la política mexicana actual, la oposición tacha de cortina de humo dichas declaraciones donde se señala a los principales actores de la desgracia que hoy vive México. Por su parte, los partidarios de la 4T afirman vehementemente el fin del viejo régimen y el comienzo de un nuevo capítulo en la historia. No obstante, yo sólo soy un ciudadano que observa y desea el bien y la justicia para todos. Que si Salinas de Gortari escapa a España y busca la nacionalidad, que si jueces deciden de repente ser maestros en Inglaterra, si gobernadores sudorosos se amotinan en bloque, si senadores fueron sobornados para aprobar la reforma energética, que si ahora grandes empresas ya pagan impuestos, si gringos pagan por amparos para el impedir la construcción del tren maya, si no dejan hablar a Rosario Robles y si Calderón defiende a Loret estando en la mira de la justicia estadounidense, entonces la teoría morenista tiene un acierto en su diagnóstico y aplicación.  Sin embargo, hay que conservar un buen grado de escepticismo, especialmente en estos casos, en aras de sortear la información disponible. Si es cierto que este movimiento busca reivindicar la vida pública y traer el tan anhelado bien común, habrá que esperar algunos años más para verificar sus resultados. No veo ningún argumento lo suficientemente sólido como para afirmar de tajo si es un buen o mal gobierno, ya que no hay tiempo ni información seria suficiente para saber con extrema certeza si se están trasladando de un viejo a un nuevo régimen o si está aconteciendo efectivamente la cuarta transformación en la historia de México. Todo esto desde la mirada de un mexicano promedio. Ojalá sea verdad lo segundo y por fin el pueblo mexicano pueda saciar esa sed verdadera de justicia. Si esta no llega y el pueblo mexicano es estafado nuevamente, entonces sí habrá mucho más caos del que se vive en la cotidianidad, necesariamente tendrá que nacer un nuevo movimiento.

Sin técnica no sirve una buena intención

  En el informe, el presidente informó de algo sombrío para las juventudes mexicanas: casi la mayoría de los empleos formales perdidos en junio fueron de mexicanos menores de 35 años. Más de 750 mil jóvenes perdieron su fuente de ingresos y de seguridad social. El mismo informe terminó de rematar en los anexos estadísticos, pues al final de 2019 solo se habían creado 8,693 plazas para jóvenes, lo que representa menos del 2% de los empleos perdidos. Es posible que mi generación sea parte de una nueva década perdida condenada al subempleo, los sueldos precarios y la falta de oportunidades para progresar. Tal vez, la brutal crisis pueda ser evitada, pero eso requeriría cambiar las condiciones que espantan a la inversión laboral, tal y como la violencia, la incertidumbre política y la falta de programas que impacten con efectividad en mejorar las habilidades de empleabilidad juvenil. Pero no sé si se logrará cambiar las condiciones en las que estamos. Hacerlo requiere hacer el titánico esfuerzo de asumir como sociedad que tenemos un problema que podría estar saliéndose de control. También, tenemos que aceptar que las ofertas políticas existentes son insuficientes para responder a la crisis que enfrentamos. Es indiscutible que la oferta política que domina en este momento no va a dar soluciones adecuadas para la crisis. Por un lado, los partidos que fueron gobierno durante los sexenios anteriores y que hoy conforman parte de la oposición tienen una importante responsabilidad de las condiciones en las que actualmente vivimos. La violencia actual no es un asunto que apareció mágicamente un día, sino un fenómeno complejo que se dejó crecer de poco en poco hasta que estalló y se extendió como fuego por la sabana; mientras que la corrupción y la falta de esfuerzos por profesionalizar a los servidores públicos volvieron a México un lugar donde jamás iba a florecer una economía robusta. El partido que hoy nos gobierna podría tampoco ofrecer una respuesta adecuada a nuestros problemas. Fuera de las filias y fobias ideológicas, el actual gobierno federal y varios de sus elementos políticos han mostrado no tener las herramientas adecuadas para llevar a cabo los objetivos que se proponen. Jóvenes Construyendo el Futuro ejemplifica esto: una iniciativa adecuada, que tal vez podría cerrar la brecha de desigualdad entre los jóvenes que no batallan mucho por integrarse al mercado laboral y los jóvenes que conocen el suplicio del subempleo no ha dado resultados adecuados debido a deficiencias de diseño. De acuerdo a datos oficiales, el programa solo ayudo a conseguir empleo al 25% de los jóvenes que terminaron la capacitación, mientras que el otro se encuentra un emprendimiento que potencialmente es una forma elegante de llamar a la economía de la changarrización, seguir buscando oportunidades o estudiar a ver si después sale algo. De estos, aún falta saber qué pasó con aquellos que no terminaron la capacitación, y cuál es la calidad del empleo al que accedieron los jóvenes que consiguieron un puesto, o las condiciones en las que los emprendedores llevan a cabo su idea. Eso se pudo haber evitado, si desde el principio se hubiera diseñado un programa con objetivos claros, consistentes y mecanismos de trabajo bien limitados. Sin embargo, el programa operó durante un año sin reglas de operación, no definió de manera unitaria sus objetivos, y tuvo fallo en crear mecanismos de inclusión para seleccionar a poblaciones históricamente abandonadas, justo como lo define la evaluación de diseño de Coneval. Necesitamos nuevas ideas urgentemente, que salgan desde la ética y desde la preparación. Es indudable que querer hacer las cosas bien es un componente esencial para la nueva oferta, pero de nada va a servir si no tienen la suficiente calidad técnica para poder comprobar que efectivamente impacten en los problemas de México.