Universidad y policía

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Revisando la prensa local me encontré con una nota donde por tercera ocasión, el presidente de la Federación de Estudiantes Colimenses acusa al Sindicato Único de trabajadores de la Universidad de Colima de intentar arrastrar a los estudiantes a su lucha gremial, particularmente, señalando que hay profesores que dedican tiempo de clase a hablar del problema o repartir propaganda entre sus alumnos.

Esta denuncia pretende hacer pasar a la Universidad pública como un claustro de pureza intelectual con dinámicas ajenas a la realidad. Cotrario a este pensamiento ingenuo o perverso, los estudiantes tienen el derecho (y quizás el deber) de conocer el problema que ahora enfrenta un sector activo del SUTUC con las autoridades universitarias, de tal modo que puedan formarse una opinión informada y crítica.

Y es que si las aulas no son ajenas a la realidad de la sociedad, mucho menos al entorno inmediato que en este caso, es el de la vida universitaria.

¿Qué pasaría si las relaciones UdeC-PRI dejaran de ser una realidad ocultada para ser parte de la reflexión y crítica de un modelo de universidad?

Me encantaría ver por ejemplo, un estudio de la facultad de comunicación donde se analizara la parcialidad y tendencias de los principales periódicos en el tratamiento del conflicto por el fondo de pensiones, pues entre Diario de Colima, Ecos de la Costa y Afmedios, la diferencia en el tratamiento de la información no es nada sutil.

Pero siguiendo la línea de pensamiento que la FEC pone sobre la mesa es mejor exigir silencio.

¿Qué pasaria si en lugar de negar la propaganda política en territorio universitario se diera carta abierta para la circulación y el enfrentamiento de ideas y propuestas para nuestra sociedad?

En muchos lugares los partidos políticos cuentan con agrupaciones estudiantiles en cada universidad, y lejos de manchar las aulas, esto empuja a muchos jóvenes a involucrarse de manera activa en construir sociedad, detonando la necesidad de informarse, debatir y construir trincheras.

Para nadie es una novedad que el PRI tiene el dominio de los espacios de decisión en la UdeC, bajo esas circunstancias la autonomía y el encapsulamiento político son instrumentos para perpetuar mecanismos de poder que se transmiten entre facciones, y no acciones en defensa de la libertad de pensamiento, del interés público o la construcción de espacios autónomos al poder político.

El conflicto entre un sector del SUTUC y las autoridades de la UdeC es algo que debería estar en las aulas, no por su particularidad, sino por ser un motor de opacidad y autoritarismo que lo ha promovido, una maquinaria cuyos tentáculos se extienden a las facultades y bachilleratos, a las sociedades de alumnos y al sindicato mismo (sobre este tema escribiré después).

Las declaraciones del líder estudiantil podrán calificarse de serviles, de hipócritas o innecesarias, pero esto es menor, lo que aquí resulta preocupante es el nivel de cinismo con el que se da a conocer que en la Universidad funciona una policía política, un brazo que es necesario romper si realmente queremos avanzar hacia una sociedad democrática.