Esmeralda, Griselda y sus adversarios ¿por qué en nuestro nombre?

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A Esmeralda Cárdenas, ex secretaria del Ayuntamiento de Colima, le hicieron una mala jugada dos cosas: una aplicación que publicaba automáticamente citas bíblicas en su muro de Facebook y sus ganas de presentarse como mártir de Cristo sin apenas disimular su homofobia.

“No practiques la homosexualidad, (…) es un pecado detestable” fue la publicación que desató una ola indignación entre sectores de las disidencias sexuales en Colima. Las demandas de los grupos organizados fueron diversas: el colectivo Orgullo Disidente pedía una disculpa pública, sanciones por parte del ayuntamiento y la intervención de la Comisión Estatal de Derechos Humanos; mientras que el colectivo Inclusión convocó a una manifestación en el palacio municipal para exigir su renuncia.

Fue este último llamado del que hicieron eco militantes de las juventudes de Morena, varios de ellos no pertenecientes a la comunidad LGBT. Incluso su página de Facebook publicó algunos memes en contra del ayuntamiento de Colima encabezado por Leoncio Morán tildándolo de estar “lleno de conservadores”.

Locho supo reaccionar rápidamente para darle la vuelta a este asunto incómodo que se iba perfilando como un ataque a su administración y, por ende, a su persona, con miras a desacreditarlo rumbo a las elecciones del año próximo. Al no poder convencer a Esmeralda Cárdenas de ofrecer una disculpa, la removió del cargo, aunque sin precisar si fue despedida o simplemente reasignada a funciones menos visibles. El aspirante a gobernador lo tiene claro: una candidatura vale más que las lealtades personales, como ya lo ha demostrado pasando del PAN a Movimiento Ciudadano y coqueteando en diferentes momentos tanto con Morena como con gente cercana a Fernando Moreno Peña.

La cosa es que días después, a la alcaldesa de Manzanillo, de extracción morena, Griselda Martínez, se le ocurrió realizar un comentario en sus redes sociales criticando a los expresidentes de México donde utilizaba la palabra “travesti” como un insulto, dando entender que, para ella, las personas que se visten con atuendos culturalmente asignados al género opuesto son motivo de vergüenza y repudio, comparables a los “locos”, “borrachos” y “traidores”.

Frente a las críticas, el historial de modificaciones de su publicación lejos de rectificar revela que existe aún mucha ignorancia e insensibilidad sobre el tema incluso entre la gente que se identifican con la izquierda.

Sin embargo, no todas las reacciones de los anteriores indignados fueron las mismas. Orgullo Disidente fue el primero en responder exigiendo, como anteriormente, una disculpa pública y sanciones de su partido, entre ellas, la obligación de tomar cursos de capacitación y sensibilización sobre la diversidad sexual. El colectivo Inclusión lanzó un comunicado coincidiendo con estas demandas. En cuanto a las juventudes de Morena, tan activas en el caso de Esmeralda, no han dado una respuesta contundente.

Más allá del debate vertido en redes sociales sobre la congruencia o no de los actores políticos, quisiera señalar uno de los problemas al que nos enfrentamos las disidencias sexuales: el uso de nuestra agenda para fines ajenos a nosotras.

Por ejemplo, la Unión Europea e Israel toman la bandera arcoíris para acompañar intervenciones militares, cerrar las fronteras a la inmigración y dictar leyes que segregan a las personas de origen árabe: es la cruzada de la “civilización y la libertad” contra los “bárbaros y homófobos musulmanes”. En la otra cara de la moneda están los regímenes autoritarios de Medio Oriente y Asia, la Rusia de Putin o el Brasil de Bolsonaro que buscan legitimidad, entre otras cosas, en el combate al “lobby gay financiado por Occidente” que amenaza “los valores tradicionales”.

Salvando las diferencias, se trata del mismo fenómeno: personas que sin ser parte de las disidencias sexuales ni consultarlo con los grupos en los que nos organizamos, realizan campañas hablando de nuestros derechos con el fin de atacar a sus adversarios políticos.

En Colima, ha habido avances legales para homosexuales, lesbianas y personas trans en los últimos años y esto ha generado un ambiente más propicio para la creación de espacios de encuentro y acción como bases para continuar la lucha sobre todo en el terreno cultural y político. En ese camino, no deben tener cabida ni los discursos de odio ni la instrumentalización de nuestro ser y hacer.