Qué satisfactorias aquellas clases de educación ambiental en las que nos enseñaban las tres “R” –REDUCIR, REUTILIZAR Y RECICLAR- como las claves primordiales para mejorar el medio ambiente tanto en la escuela, como en Colima, en México y en el mundo.
Al paso de los años, las nuevas generaciones se preocupan cada vez más por el cambio climático, el impacto ambiental de las acciones que tenemos en el día a día como seres humanos, las formas de generar el menor daño al medio ambiente, y cómo compartirlo con la comunidad.
Hemos visto de manera tangible que el medio ambiente ha sufrido daños irreversibles durante los últimos diez años, somos testigos de hechos recientes como los incendios en el Amazonas, los incendios masivos en Australia, la falta de agua potable en países latinoamericanos, los deshielos en los polos, entre otros.
Y si nos delimitados al daño ambiental en nuestro estado, también hemos presenciado inundaciones en poblaciones aledañas a los ríos de Colima, el incremento de temperaturas en las épocas de calor, la contaminación del aire generada por la Termoeléctrica de Manzanillo, la contaminación de las playas, el uso excesivo de plásticos en las fiestas patronales de cada municipio, y podríamos continuar.
Colima tiene diversas legislaciones que imponen obligaciones a los ayuntamientos y por tanto al gobierno estatal a priorizar sobre integrar políticas de información, investigación, fomentar planes y acciones en materia ambiental y la aplicación de tecnologías ambientales, pero ¿qué están haciendo los gobiernos municipales y el estatal para dar cabal cumplimiento a estas obligaciones?
Nuestro Estado ha sufrido talas excesivas para la construcción de fraccionamientos y plazas comerciales, mismas que han causan un alto impacto a la temperatura climática.
Se tiene registro que en el relleno sanitario metropolitano se queman todos los días desechos, afectando la calidad del aire, materiales que a causa de que no existe un programa activo para la separación de la basura, muchos de los objetos que se queman pueden reciclarse o en su caso reusarse.
No basta el cambio de las lámparas LED solares de los jardines o la restricción del uso de unicel, es urgente que se implementen políticas de mayor trascendencia ambiental, como lo son la obligación para los ciudadanos de la separación de la basura, que se fomente la educación ambiental tanto en niveles de educación preescolar como superior, el apoyo de investigación con las asociaciones ambientalistas del Estado, una mejor administración del relleno sanitario metropolitano, la aplicación de reglas ambientales para la urbanización, entre otras más, todo esto como mínimos ejes para que seamos partícipes desde nuestra trinchera fomentando la mejora del medio ambiente.
Nos queda aún mucho camino por recorrer en la educación ambiental como colimenses, podemos empezar desde casa, separando nuestros plásticos a fin de concientizar el consumo de los mismos y poder disminuirlo, para de manera posterior reusarlos, y en su caso reciclarlos.
Debemos tener en claro que la educación ambiental si bien es una obligación del Estado, también debes ser un compromiso conjunto entre ciudadanos y las administraciones gubernamentales, para así estar en condiciones factibles de elevar la calidad de vida de nuestro Colima.