Las “feminazis”: tan cerca de la pretensión y tan lejos del feminismo

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Cuando hablamos de feminismo nos encontramos con un mundo de opiniones diversas, porque aunque este movimiento social tiene un objetivo claro, se está abriendo camino en un fluctuante proceso de aprendizaje e interacción social, y aunque lucha por cimentarse no siempre es adoptado correctamente por quienes lo consideran una buena causa.

El feminismo tiene un objetivo noble y muy básico: liberar a la mujer de la discriminación e injusticias que le trae el simple hecho de ser mujer, lo cual en principio de cuentas debería ser sencillo de asumir. Las mujeres así como los hombres, somos seres humanos con capacidades y sentimientos ¿no?

En un país donde aun se arrastra la creencia de que el hombre es superior a la mujer solo por poseer cromosomas XY, es muy difícil procurar una vida digna a esas mujeres que sufren los atropellos impuestos por una sociedad de hombres e incluso por incongruente que parezca, también de mujeres machistas, pues el machismo no es una ideología practicada exclusivamente por los hombres.

Lamentablemente como pasa en todos los movimientos, la esencia del feminismo está siendo desvirtuada por actos de pseudofeministas que han mal interpretado o ni siquiera han leído un párrafo sobre el tema, y convierten un movimiento tan importante para la libertad de las mujeres en una pelea de géneros debido a sus radicales e incluso incongruentes posicionamientos, lo cual ocasiona que se deforme el sentido de equidad que se promueve y le resten credibilidad al movimiento, estas son las vulgarmente bautizadas como “feminazis”.

Mientras que los temas importantes por los que lucha el verdadero feminismo se centran en la valorización de las mujeres por el simple hecho de ser tan personas como lo son los hombres, la mayoría de quienes predican ser feministas en estos tiempos han terminado por ampliar las diferencias que irónicamente quiere evitar el feminismo.

Infortunadamente algunos grupos o individuos autonombrados “feministas” buscan combatir la desigualdad de derechos entre hombres y mujeres con argumentos y actos sexistas. Ejemplos abundan, pero el más común que me viene a la mente es el de exigir respeto hacia las mujeres sencillamente porque somos capaces de parir y los hombres no.
Por esto, considero que el discurso debería dejar de ser “Respeta a las mujeres por ser mujeres”, pues es lo equivalente a decir “Respeta a las personas en silla de ruedas porque tienen discapacidad”. Debemos empezar a inculcar en nuestras nuevas generaciones a respetar a las mujeres, a los afrodescendientes, a las indígenas, a los homosexuales, a quienes tienen alguna discapacidad etc. etc. porque son personas y punto, sin seguir aludiendo a nuestras diferencias, porque de lo que se trata es precisamente de invisibilizarlas.

Ya sabemos que todos somos diferentes, pero buscamos los mismos derechos y oportunidades ante la ley y la sociedad como iguales. Entonces debemos empezar a promovernos como iguales, como personas (no como mujeres) que merecen equidad y respeto.