El mundo de la nada

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Esta es la historia de un país que se llamaba NO PASA NADA. En ese país, nunca pasaba nada. Era un país sin memoria ni recuerdos, por eso la gente pensaba que no pasaba nada. Cuando los extraños preguntaban “¿que pasa?” Los habitantes de ese país siempre contestaban igual: “NO PASA NADA”.

En ese país, había una universidad donde no pasaba nada. Cuentan que en esa universidad, había muchos trabajadores, confiados y contentos, que decían que eran los dueños de un periódico que daba noticias de la universidad. Cada trabajador, decían, era dueño de un número de acciones de ese periódico que no tenía ganancias, pero les pagaban con periódicos impresos, donde cada trabajador decidía que hacer con ellos: los vendía o los regalaba.

Cada semana, el periódico llegaba a cada trabajador a su domicilio y el trabajador los repartía. Eran felices con eso, se sentían parte de un proyecto.

Así pasaron los años, los trabajadores dejaron de recibir el periódico en sus casas, porque no era costeable hacer los envíos y pasaban ellos a la imprenta a recogerlos. También llegó el día en que dejaron de ir. Sin embargo, seguían siendo dueños de ese periódico, o por lo menos, eso creían.

Hubo entonces una gran reunión, donde el rector de la Universidad Donde No Pasaba Nada (UDNPN por sus siglas) convocó a todos los universitarios dueños del periódico y les dijo que, en vista de que no había ganancias, los invitaba a todos a donar sus acciones a la universidad, para que el periódico fuera de la institución. Con gran júbilo, los universitarios accedieron a donar sus acciones a la universidad y desde ese momento, el periódico se produjo para la universidad y se convirtió en propiedad de la misma.

El periódico se siguió publicando y se convirtió en el órgano de difusión principal de las noticias oficiales del campus.

Al pasar los años, por casualidad, estaba una persona barriendo las oficinas del abogado general de la UDNPN y se encontró, en un cajón olvidado, un montón de papeles, todos empolvados y se puso a limpiarlos. Dentro de todos esos papeles que encontró, unos le llamaron particularmente la atención. Eran como diez hojas, sostenidas juntas con una grapa. En ellas, se contaba la historia de cierto periódico y de cómo ese periódico había sido vendido a la UDNPN. Eso despertó su curiosidad, porque esa persona, igual que muchos otros trabajadores universitarios, había sido accionista del periódico en mención y todavía se acordaba de la reunión donde supuestamente habían donado el medio de comunicación a la universidad. ¡Pero lo habían donado! ¡No lo habían vendido! Cuando revisó con detenimiento el contrato de compra venta (que no era otra cosa el documento que estaba en sus manos), leyó que un grupo de funcionarios universitarios y sus esposas, eran los que se ostentaban dueños del periódico, y habían vendido el medio por 50, 000 mil pesos de entonces a la UDNPN. En el contrato no aparecían, para nada, ninguno de los supuestos accionistas, de los que él formaba parte.

Mientras pensaba en como reproducir el papel o donde anotar los detalles del mismo, para seguir indagando, llegó su jefe, quién también figuraba en la lista de dueños que habían vendido el periódico y se dio cuenta, casi inmediatamente, de que su secreto había sido descubierto. El barrendero fue despedido y el secreto se guardó. Por eso en este país no pasa nada, tampoco en la universidad.