El día del presidente

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Durante el sexenio de Felipe Calderón, el congreso reformó la constitución para que el presidente de la República solo tuviera que entregar su informe de gobierno por escrito y a través de un representante. Dijeron que se acabaría el día del presidente y las adulaciones de Estado. Un montón de líderes de opinión como Leo Zuckerman se sumaron a la celebración.

En los siguientes informes de gobierno, Calderón rendía su informe en una ceremonia organizada por la presidencia, en donde solo se invitaba personajes afines al grupo de gobierno o personalidades de Estado. Después se celebraba una elegante fiesta.

Los legisladores, juristas y líderes de opinión que en el 2008 promovieron eliminar la obligación del presidente para rendir su informe ante el congreso cometieron una irresponsabilidad enorme. Confundieron los usos y costumbres de los gobernantes con una institución democrática.

Es cierto que durante años el informe de gobierno fue convertido casi en fiesta nacional, y este evento era utilizado como un mega montaje de pleitesías al mandatario en turno. Pero esto era con un congreso de mayorías afines al presidente, con medios de comunicación dóciles y amordazados, con un aparato de Estado fuertemente patrimonial.

Lamentablemente la reforma no terminó con el día del presidente, y de hecho lo hizo más ridículo. Ahora, lejos de promover un debate de posicionamientos (que tenía sus deficiencias) entre las distintas fuerzas políticas en la cámara de legisladores, el informe de gobierno es un evento exclusivo de la presidencia. No más rendición de cuentas y vía libre para la propaganda y las caravanas organizadas con dinero público.

Así, Peña Nieto dio cuenta de su cuarto año de gobierno en un formato amigable de talk show hablando de lo que él quizo. El espacio que dejó este ejercicio para los medios de comunicación y la ciudadanía solo permitió la burla, la queja o el aplauso incondicional. No diálogo, no debate. Pareciera que retrocedimos décadas en democracia.

El informe presidencial nunca ha sido el día del presidente sino el día de la nación (claro que nación antes era igual a PRI), el día que el máximo mandatario es obligado a rendir cuentas de su gobierno al pueblo. Con la modificación constitucional lo único que se logró fue abrir más la brecha entre gobernantes y ciudadanos, y peor aún, dejarle al ejecutivo la libertad de inventarse a su antojo cómo va a rendir cuentas personalmente.

El día del presidente solo se adaptó a los nuevos tiempos.