Un congreso caro e ineficiente

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Gracias al IMCO y a Animal Político, la semana pasada nos enteramos que los habitantes de Colima somos los que más pagamos en todo el país para sostener los sueldos de los diputados locales: 36 pesos por persona. Claro que no es que los diputados de Colima sean los que más ganan, pero en proporción a la población existente sí es que son los mejores valuados.

Según la investigación realizada por el Instituto Mexicano para la Competitividad y el excelente trabajo de divulgación de Animal Político, cada sesión del congreso colimense cuesta un millón de pesos. En esta cifra se suma el sueldo de los diputados, las partidas de las que disponen y la burocracia, el cual representa 78% del gasto.

Entonces no es sólo que les paguemos mucho a los diputados, sino que en general el congreso parece caro, pero resulta que hace años la partida presupuestaria para el congreso no ha cambiado, y una de las quejas constantes de los diputados es precisamente que el dinero no alcanza ¿entonces para qué sirve el dinero?

Yo no creo que el gasto en el congreso sea excesivo, pero no tengo ninguna duda de que es un gasto ineficiente. Tenemos sesiones de un millón de pesos en donde se producen leyes y decretos que después invalida la Suprema Corte, se crean dictámenes mochos, hay leyes que se modifican cada legislatura, se toman decisiones con base en creencias más que en información, y la cercanía con la sociedad sólo es un recurso para lavarse las manos en los temas que les convienen.

De diez rubros que evalúa la Alianza para el Parlamento Abierto en México, el congreso de Colima tiene un desempeño insatisfactorio en siete. En síntesis, el congreso colimense tiene un desempeño insuficiente respecto a rendición de cuentas, disposición de información administrativa, parlamentaria y presupuestaria, en legislación transparente y abierta, así como en el combate a los conflictos de interés.

Para los ciudadanos que sostienen el gasto público a través de sus impuestos y contribuciones el congreso del Estado es un pésimo negocio. Los recursos utilizados para que el poder legislativo funcione son utilizados de manera ineficiente, pues se produce un servicio muy poco profesional y muy poco transparente. Y es que tanto gasto en burocracia y partidas especializadas debería servir para corregir la inexperiencia y falta de virtudes de los legisladores.

Cuando el PAN llegó estrenando mayoría lo primero que hizo fue deshacerse de trabajadores que han sido clave para la ineficiencia priista: aquellos que pueden meter mano a los dictámenes, los que manejan el dinero o los que vigilan el cumplimiento de reglamentos. Pero lo que hizo el PAN fue cambiar estos trabajadores por otros que ahora sirvieran a sus intereses.

Ahora que éste partido perderá mayoría se rumora que habrá cambios precisamente en estos puestos clave del funcionamiento del congreso ¿Por que será que los diputados no se animan a promover una ley de servicio profesional de carrera? Les urge una ayuda de este tipo mientras siguen entregando pelotas, y a nosotros no nos vendría mal un seguro por si llega en alguna legislatura otro Martín Flores .