La CNTE ¿ocaso de la acción colectiva?

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Hace algunas semanas, un columnista de Perriodismo decretó el ocaso de la CNTE, condenó al movimiento magisterial al fracaso (CNTE y movimiento no son lo mismo) y celebró la inevitable entrada en vigor del reino de la reforma educativa en los estados donde se registraba más rechazo y resistencia por parte del principal gremio afectado. Este columnista se equivocó en todo.

Creo que frente a una serie de gobiernos que han instalado una penumbra política en el país, toda acción colectiva parece estar en etapa crepuscular, como la ley 3 de 3, como el movimiento liderado por Sicilia, el #Yosoy132 y otros tantos. Pero el fracaso al que continuamente se condena a movimientos e iniciativas tiene más que ver con un conjunto de instituciones y autoridades torpes que con la propia capacidad de los interesados.

La penumbra política no sólo viene de la falta de oficio para encausar demandas de forma fina e inteligente, sino de la ausencia de garantías para que los ciudadanos ejerzan sus derechos civiles y políticos, pero sobre todo, de la extendida percepción de inutilidad de cualquier tipo de participación que tenga como interlocutor a las autoridades estatales ¿de qué sirve protestar si no nos hacen caso? ¿para qué votar si las inercias siguen siendo las mismas?

Los principios y deseos EZLN parecen convertirse en profecía autocumplida por la respuesta de distintas autoridades de gobierno frente a demandas que provienen de una diversidad de sectores y estratos de la sociedad. Mientras algunos siguen entrando por las puertas traseras de los palacios de gobierno para cerrar acuerdos, el grueso de la población encuentra puertas cerradas, burocracias eternas, desprecio, acoso y represión estatal.

Entre flujos y reflujos el movimiento magisterial no sólo ha sido uno de los principales desafíos de legitimidad y capacidad política para el gobierno de Peña Nieto, también se ha convertido en referente posturas ideológicas y políticas que en momentos parecieran dejar la fragmentación para dividir en dos la contienda política nacional.

La CNTE no es el SNTE, el descabezamiento de la organización difícilmente provocará su debilitamiento, y lo que muchos no parecen entender, es que el movimiento magisterial no es la CNTE, y que su persistencia después de cuatro años se funda en causas más profundas que la resistencia al cambio, la conservación de privilegios o la manipulación ideológica.

Si existiera un ocaso de la acción colectiva en México en realidad significaría la muerte del sistema político por la acción indolente de las autoridades estatales. Ojalá que no.