El magisterio disidente en Colima

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El magisterio disidente no busca abolir la reforma educativa. Esa es su bandera mediática. No quieren abolirla porque en los hechos se han beneficiado de ella.

¿Cómo? Por medio de la promoción del servicio profesional docente, proceso que gracias a la reforma educativa es obligatorio y con el cual los más notorios del movimiento magisterial disidente lograron ocupar una plaza de directores y directoras en diversos planteles escolares de secundaria y primaria.

Eso no tiene nada de malo. Albricias por ellos. Son docentes aptos para el servicio y que gracias a la reforma educativa ocupan cargos directivos. Lo que se reclama es la incongruencia: ¿por qué descalifican una reforma de la cual se han beneficiado? ¿Por qué no dicen eso en sus consignas? ¿Por qué engañan a la población y a los maestros con una postura que en los hechos no refleja su doctrina?

Ahora bien, si realmente quisieron desde un principio –como dicen en sus marchas—tirar la reforma educativa ¿por qué no lo hicieron en el 2013, cuando se cocinaba en el congreso? ¿O por qué no impidieron su aprobación en el congreso local meses después? En ese tiempo la disidencia no dijo nada.

Tampoco utilizaron las vías legales para hacerlo y mucho menos intentaron acercarse al sindicato para propiciar el perfeccionamiento de la reforma desde el congreso de la unión, vía los legisladores que representan al magisterio.

Y no hicieron esto y lo otro porque sin la reforma no tienen qué reclamar. Se quedan sin consignas para negociar con el gobierno de todo menos lo relacionado con la reforma educativa, ya que el asunto obedece más a intereses políticos y de grupo. Esa es la realidad.

Otro hecho incontrovertible, axiomático por su contundencia, es que en el pasado proceso de evaluación docente el magisterio de Colima fue de los mejores evaluados en el país. Los datos ya están publicados y se pueden consultar en cualquier medio. No fue, como dijeron en los mítines, el instrumento para el despido masivo de docentes. Ahí la realidad también se encargó desmentir esos infundios.

Dos puntos

El maestro Ángel Dueñas debe asumir las consecuencias de sus actos. Desde un principio buscó judicializar su evaluación. Llevó a un notario a la sede del examen y un dispositivo para grabar arguyendo que lo que la ley no dice está permitido.

Y es que, bajo ese supuesto, la ley tampoco dice que los maestros no pueden ir al baño o lo puedan hacer, pero durante la evaluación se les dio permiso. Tampoco dice que alguien no pueda ir desnudo a evaluarse, pero hasta donde se sabe nadie lo hizo, aunque bajo la lógica del maestro Ángel se permitiría.

Sin embargo, en los hechos y dejando los supuestos, tres fueron los errores del maestro Ángel. Primero, fijarse más en lo que no dice la ley en lugar de concentrarse y cuidar de respetar lo que sí dice; en este caso, la ley es muy clara: la única causal de baja en el servicio educativo es por no evaluarse.

El segundo error, y por el cual ahora se encuentra en su actual situación, fue seguir las consignas de quienes censuran la reforma y al mismo tiempo, en lo oscurito, se benefician de ella; estas personas lucran con la penosa situación del maestro Ángel, a quien exhiben como mártir de la causa.