¿Por qué no “Los tesoros bien perros” de la Secretaría de Cultura en Colima?

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Por: Alfreedoom

“Los tesoros bien perros” fue una exposición montada a mitad del año 2014 en una conocida plaza comercial de la ciudad de Colima. Si lo traigo a colación hasta ahora, a pesar del tiempo pasado, responde al hecho de que representa un ejemplo más que si lo desmenuzamos, podemos estimular esa mirada menos ingenua sobre cualquier cosa que realice la Secretaría de Cultura o la misma Universidad de Colima, dos instituciones que ya hemos visto están casadas con el Estado mexicano. Hijos, desconfíen del promotor cultural subsidiado por la Secretaría de Cultura y del mismo modo, cuando terminen la cena, desconfíen del profesor rebelde que recibe su sueldo por la Universidad de Colima.

A estas alturas incluso el más despistado entiende que hay intereses hegemónicos dentro de las acciones que patrocina el Estado a través de sus instituciones adosadas.  Una matrona y rectora es la Secretaría de Cultura, la misma que engendra proyectos en el pecho cóncavo de simples personas (casi siempre jóvenes) dispuestas a darle la espalda a sus familias, a achacarles más la economía, con tal de vivir subsidiado y, en ocasiones, sin talento (además de que saltan como ovejas en el campo, sin gracia, en busca de quién las siga domando). Los cínicos me leerán con un nudo en el estómago, o acaso no harán nada, ya porque no tienen entrañas o porque nada tienen qué decirme ahora si se buscan conseguir una beca para deFECArla a gusto este 2015.

La Secretaría de Cultura (dadora del FECA) se adjudicó el logro de meter por un breve tiempo (mediados de 2014) un tianguis artesanal en pleno yugo de la Plaza San Fernando, inmediatamente después de que se amplió este centro comercial sobre el ahora cementerio de un pulmón arbolado. ¿Qué me van a decir quienes estuvieron en contra de esa tala de árboles? ¿Acaso alguien lo recuerda? Me da curiosidad ver a esas mismas personas, que se quejaron, caminar sobre el nuevo estacionamiento de la mano de su pareja, contemplando el amor que ofrece la ciudad a las siete de la tarde y no importa “que nos achaquen más si bien podemos, mi vida, tomarnos de la mano desde esta altura de San Fernando y darnos un beso apasionado”.

Igual de risible fue la conmoción que ocurrió en el Campus Central de la Universidad de Colima cuando levantaron, también en el año pasado, el nuevo edificio para la Facultad de Enfermería. Muchos estudiantes y administrativos, afligidos, se llevaron las manos a los ojos para denunciar la tala de árboles y la destrucción de un área verde. Hoy en día, los mismos indignados habitan dentro del edificio y ríen y aman, como cualquier otro día normal. Pues así, con ese espíritu débil, son las larvas colimotas. Dejemos que ellas se aglomeren tranquilas, muy adeptas a eso, y nosotros sigamos haciendo nuestro trabajo.

A nuevos edificios, nuevos proyectos y nuevas, sobre todo, revistas culturales para justificar fugas de dinero. ¿Qué es esa pésima elaboración editorial de la revista Colimarte o La Piedra Lisa? No sé si existe todavía La Piedra Lisa o si aparece en circulación sólo y exclusivamente cuando Rubén Anguiano, el secretario de cultura, inaugura o hace ofrendas al gobierno del Estado. De esa manera, una vez inaugurada la exposición “Los tesoros bien perros de Colima” en Plaza San Fernando, apareció un número de La Piedra Lisa a dar de besos, como ceremonia, alrededor de los zapatos del secretario de cultura: me pregunto, claro, hasta dónde irán a parar tantos besos.

Puedo recordar que los artículos respecto al evento fueron elogios, y acaso hubo un comentarista que se desbarató en hacerse el crítico y al final terminó con una cursilería del tipo: “El capitalismo ha llegado con la Plaza San Fernando, pero es grandioso ver esta exposición cultural, porque hace darnos cuenta de nuestra tradición, nuestras raíces”. Esto último lo inventé para resumir el texto; antes bien, lo que sí escribió el autor del artículo fue esta payasada: “Nunca antes había sido tan amena la combinación de la modernidad con la tradición colimense” (la nota apareció en otra revista: Colima XXI, difícil hallar diferencias entre ésta y AF Medios, por ejemplo, o una reciente que se tiró la soga al cuello, llamada Primera Plana Mx, al autodefinirse como de postura crítica, pero ya cuenta con una entrevista en exclusiva y divertida con Federico Rangel, presidente municipal de Colima. Intereses, ¿dónde? ¿A quién, pues, engañar más que a sus familiares y amigos?).

Por cierto, un consejo: las personas que defienden sus ideas con frases como “recuperar el pasado”, “conmemorar la tradición” o “reconocer nuestras raíces”, son los amigos que jamás desearías tener, pues de ellos es la tierra de lo inmóvil, de las parcelas, que les gusta que un perro gracioso los guíe, excitados, a final de cuentas a otra parcela mediocre, o personas que se creen estos simpáticos cachorritos motivados cuando ven que que sí, en efecto, el gremio se mueve y que él también, como las ovejas, dependen del señor del rancho.  ¿Les suena? ¿Acaso no es ésa la idea católica de Jesús nuestro pastor? Las formas de religión (católica y cristiana en México) enseñan muy bien a su rebaño creyente una moralidad condicionada por las leyes civiles del Estado mexicano. Lo que para ellos, la Iglesia y el Estado, representa que su súbdito actúe bien (conforme a normas, leyes y pecados) para la persona civil significa, aunque no tenga conciencia, un motivo más para vivir agachado aunque, en la vida real, sean eso que se conoce por el nombre de “persona exitosa” (¡pero hasta Hitler y Peña Nieto tuvieron éxito y no por eso convino a todos!).

Las preguntas llueven: ¿fue un éxito la exposición “Los tesoros bien perros”? ¿Para qué le convenía a la Secretaría de Cultura ubicar un tianguis artesanal en medio de la Plaza San Fernando y al mismo tiempo algo tan pobre como figuras de xoloitzcuintles intervenidos por estudiantes de arte? ¿Por qué ubicaron al frente de toda la exposición a un perro con la indumentaria de la Virgen de Guadalupe? ¿Por qué nadie reparó en esa gran cachetada fálica y blasfema, dirían otros, que recibió toda esa gente católica que le aplaudió a Rubén Anguiano en el acto? Hay que reparar, sobre todo, en este pequeño ser al que se le vistió de milagrosa aparecida en el Tepeyac.

perro 

Para los teóricos de la cultura, la religión es una forma de dominio que puede ser cotejada y analizada desde puntos concretos y reales. En nuestro caso, México, la religión occidental se insufló en un principio desde la conquista española y después por medio de disfraces simbólicos: no es gratuito, entre muchos casos, que la gran matrona del México católico sea de tez morena. Nada más la imagen de la Virgen de Guadalupe (vendedora de caricias religiosas) puede hacer que personas (reales y concretas) simpaticen con otros creyentes, sean o no candidatos políticos, (reales y concretos). Lo único que no es tangible, ni real ni comprobable, en todo esto es la Virgen de Guadalupe. La Virgen de Guadalupe, como el sexo, mueve montañas. Ya Ignacio Ramírez, gran partícipe de la Reforma mexicana en el siglo XIX (gracias a él y otros no tenemos por qué llevar catecismo en las escuelas públicas), entró en cólera porque no podía imaginar que el pueblo mexicano prefiriera sacar a pasear a su Virgen en pleno momento en que la libertad de la nación (incluyendo sobre todo la libertad de ellos, el pueblo católico) estaba en juego, peligrando. ¿Por qué los mandatarios políticos no privan al pueblo de sus festejos católicos? Porque el pueblo ahora sí, más que por otra cosa, se levantaría en armas. Los mandatarios saben bien por qué les conviene besar en público el anillo del Papa: ¡qué impúdicos!

Para reforzar nuestra atención en ese curioso xoloitzcuintle de “Los tesoros bien perros”, iremos al punto central de lo que representa la Virgen de Guadalupe. En teoría representa, pues, a la madre de México (a la chingada como diría Octavio Paz, de ahí que “vete a chingar a tu madre”  es nada menos que recordar por qué existe la Virgen de Guadalupe para el sometimiento de la mujer mexicana). Esta Virgen de Guadalupe limpia los zapatos (como madre y como esposa mexicana) del macho mexicano, lo hayan o no sospechado nuestras abuelas y bisabuelas. Aclaro, antes de avanzar, que esta parte de la teoría cultural no alcanza (por el tiempo y el contexto social) a todas las personas, sino más bien a los individuos conservadores y sumidos en la burocracia gubernamental o en el catolicismo (que para el caso es la misma cosa). Aunque, otras veces, existen ateos colimotes (o de cualquier otro lugar) que viven de acuerdo a una parcial o completa moralidad cristiana, sin que tengan la menor sospecha de ello.

Transcribiré un breve pasaje que rescato entre varios intentos intelectivos de Roger Bartra. Lo tomaremos en cuenta sin sujetarnos tanto a su visión para no ser deterministas, pero procurando dar con los espíritus machistas: “el Adán mexicano no quiere a las mujeres como las hace, ni es capaz de hacerlas como las quiere. Cuando son comprensivas y virginales, las viola; pero cuando vuelven lúbricas, huye temeroso y se refugia en las faldas de la madre-virgen”, y esto es así como se lo ha creído el macho mexicano: el que busca el coito fácil pero no soporta la idea de que su esposa lo haga; el síntoma del macho mexicano también cree en ese mito de que la mujer es la culpable de todos los males (arquetipo de la Malinche), y se cree con la virtud de sospechar de su esposa pero no de su madre, su santísima madre.

La Virgen de Guadalupe fue concebida para dar consuelo y para distribuir el dominio de la burguesía (ahora con el nombre de Estado) sobre el pueblo durante épocas. Hasta hace poco, con el caso de Charlie Hebbo, el ilustrador mexicano Salles nos llamó la atención con su sinceridad al proponer una portada en la que intuye bien cuando dice: “Si Charlie Hebdo estuviera en México no habría sobrevivido al primer número”:

charlie

¡Por Santa Clitoriana! Pues qué esperaban, acá en Colima tuvimos a una fálica Virgen de Guadalupe. Cualquier esfuerzo de venerar o moverse por la Virgen de Guadalupe podría, con o sin conciencia (he ahí la debilidad de no tener conciencia), aportar para que el Estado continúe y fluya en su gobierno inadecuado. Entre los intelectuales orgánicos y los católicos mexicanos, son más peligrosos los primeros porque influyen en los segundos.

Si hacemos uso de nuestro imaginario colectivo, podríamos describir ciertas ideas que la Secretaría de Cultura nos compartió con respecto a la Virgen de Guadalupe (benemérita de México) en el cuerpo de un xoloitzcuintle:

  1. a) La morenita del Tepeyac es una perra (o al menos lo fue mientras duró así presentada).
  2. b) Por fin un síntoma católico se desgarra y se nos muestra más, mucho más, abierto a la comprensión de la diversidad sexual.
  3. c) Si la escultura viviera, y estuviera en celo, haría lo que la Iglesia mexicana hace con sus fieles: penetrar la fe y después dar consuelo divino. d) La clase conservadora de Colima ya no se indigna de estos despiadados actos contra la fe del mexicano católico, etc., etc.

Mi empeño en herir (en la medida de lo posible) susceptibilidades tiene la razón de mover más bien a las rocas sociales, esas personas bien contadas que hacen mal en sujetarse a pasados borrosos (por más que pongan fechas y episodios y petateras) para tratar de fundamentar hechos reales y concretos del presente. El presente, para explicarse, no puede seguir midiéndose en indiferencias… ¿Las larvas, por cierto, no son las primeras que me fruncen el ceño?