Ni me preguntan… y tienen razón

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A mí ni me preguntan… y está bien, pues si me hubieran preguntado eso de hacer una huelga de hambre hasta morir de ser necesario, yo les hubiera dicho que no. Porque a las autoridades lo que menos les interesa es la salud o la vida de los pobladores. Porque el pueblo de Colima no tiene una larga trayectoria de conciencia y lucha social; las luchas y escándalos de la historia reciente han quedado invariablemente en la impunidad. Desde un gobernador electo suicidado, aunque un anciano en la V. Carranza, con pistola al cinto, aseguró ser el autor material del gobernicidio; el aplastamiento y diáspora del “Grupo Morelos”, las protestas por fraudes electorales con perros que se suicidaron y se fueron a tirar cerca del palacio legislativo porque les pintaron en el cuerpo los nombres de algunos políticos locales, el inexplicable avionazo; hasta el “tarjetagate” o los vínculos del candidato a gobernador con organizaciones “non sanctas”. Todo ha quedado en la impunidad.

A mí ni me preguntan y cuando opino, me miran con cara de “zapatero a tus zapatos” porque mi (de)formación médica me induce a aplicar criterios simples de parasitología a la clase política: Nuestra universidad sufre de parasitosis, nuestro estado sufre de lo mismo, y el país también. Unas cuantas sanguijuelas enquistadas en el poder acaparan lo que es de todos, chupan sangre, vida o recursos financieros hasta hartarse. Sin importarles la salud o vida del huésped.

A mi no me preguntan y está bueno, porque utilizando mis conocimientos de la dinámica psico-socio-cultural, cuando me enteré que no los dejaban hacer uso de los sanitarios del palacio de gobierno, intenté explicarles el “culto al poder” cuando mandos medios o subalternos bloquean, hostigan o abiertamente agreden a quienes suponen amenazan a sus patrones. Les recordé cuando aquí en una marcha “contra la imposición” del ignorante presidencial, un priísta empleado de servicios generales se lanzó a “trompadas” contra los periodistas que cubrían la marcha. Lo mismo sucede cuando los directores de los bachilleratos y facultades prohíben que los profesores y alumnos pronuncien la nueva palabra tabú en la universidad: FOSAP.

A mi ni me preguntan, ni me “pelan” y cuando opino… me dan el “avión”. Y yo les concedo toda la razón, porque mis simpatías, lecturas y contactos con los zapatistas de Chiapas me han enseñado que la solución a los problemas no está en el arriba con rectores, gobernadores, secretarios, presidentes y magistrados; ellos, los de arriba son los que causan los problemas. El resultado de los problemas somos los rebeldes que resistimos a las injusticias de arriba. La soluciones están abajo, en que todos los universitarios dejen de rendirle culto al poder, rompan el miedo de ser “sancionados” o perjudicados por los parásitos de la institución y que los ciudadanos del estado de Colima exijan al gobernador que entregue el dictamen final de la auditoría al FOSAP que en su tiempo solicitaron el rector (de entonces) y el SUTUC.

A mi no me preguntaron, pero el 15 de mayo, en el teatro universitario cuando me entregaron un diploma como universitario distinguido, me planté frente a ellos con un letrero que decía “YO APOYO A LOS UNIVERSITARIOS EN HUELGA DE HAMBRE” y textualmente les dije: “El mejor reconocimiento que le pueden hacer a los universitarios distinguidos es transparentar el FOSAP” y ambos, gobernador y rector, contestaron “ya lo vamos a solucionar”, a lo que contesté “eso lo quiero ver”. Pero quién soy yo para que me den un trato diferente al que le dan a todos los ciudadanos: les dicen una cosa y hacen lo contrario. Tampoco me hicieron caso.

A mí, ni me preguntan ni me hacen caso y, está bien. Pues si yo no fuera yo, con mis conocimientos, historia y experiencias… Tampoco me preguntaría ni me haría caso.

 

2 COMENTARIOS

  1. Como diria CANTINFLAS: «LO DIFICIL LO HAGO DE INMEDIATO, LO IMPOSIBLE ME TARDO UN POCO MAS»

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