De Zacualpan a Tzcualli-pan

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Cuentan que cierto día, Don Rufino salió al campo a buscar alimento para su familia, y después de horas sin tener éxito, se tiró cerca del ojo de agua, donde se quedó dormido. Los duendes que cuidan el líquido salieron a su encuentro, y percatándose de su situación lo llevaron al lugar donde brota el agua, donde Rufino se encontró con un paraíso de frutas, flores y animales.

Los duendes se levantan

 

El lugar donde nace el agua

De origen Náhuatl, la palabra Zacualpan puede tener los siguientes significados:

El lugar donde nace el agua
Pueblo de Santiago
Sobre la pirámide
Aguas subterráneas

Rodeada por tres montes que resguardan un manantial de agua cristalina, la comunidad de Zacualpan ofrece su agua a más de 300mil habitantes de la ciudad de Colima, por ello no explotan el bosque y las condiciones para producir se limitan aún más. Zacualpan guarda uno de los bienes más importantes para Colima, su bosque y el nacimiento de agua que anidan en él. Colima y Villa de Álvarez pueden disfrutar de un recurso vital.

En la comunidad indígena de Zacualpan no hay hospital, para los menos de 3mil habitantes las opciones de empleo apenas existen fuera del pueblo. Cerca de la plaza principal hay una telesecundaria y un bachillerato de educación a distancia, donde probablemente los jóvenes se preguntan qué pasará con su futuro, a dónde tendrán que migrar, qué pueden hacer en su pueblo.

El Manantial Zacualpan es un yacimiento dentro del arroyo Pilitas, de donde se extraen alrededor de 2mil litros por segundo (que representaría un pago de 80mil pesos a la comunidad), con lo cual está proyectado satisfacer el suministro de agua a la capital del Estado y el municipio Villalvarence durante un largo tiempo.

Hay que recordar que Zacualpan es un territorio de bienes comunales, una forma de propiedad colectiva que viene desde el periodo prehispánico. Los habitantes de la comunidad son titulares de derecho sobre tierras, pastos, bosques y aguas, entre otros. Por ley, son propietarios y poseedores de su territorio.

Pese a ello, la comunidad no ha recibido ningún beneficio por el agua que dan a la ciudad. Ellos también pagan. De hecho, cuando se descompone la maquinaria a ellos les piden dinero para la reparación.

En diciembre de 2012 algunos pobladores comenzaron a buscar diálogo con instancias de gobierno, con la exigencia de ser eximidos del pago de un servicio que se extrae de su territorio, y en la medida de lo posible, recompensados por la prestación de un servicio ambiental. Pero en diversas oficinas les han respondido lo mismo, que tienen que pagar como todos, que no tienen derecho a compensaciones, que mejor se pongan a trabajar en la mina que se abrirá próximamente, que no se pongan a las patadas con el gobierno porque no le pueden ganar.

 

Pueblo de Santiago

Santiago Apóstol brinda un escenario de protección y fuerza a una asamblea de más de 300 pobladores que se reunieron para reafirmar un “no a la minería” en una asamblea convocada por el presidente comunal. Misteriosamente la reunión fue cancelada minutos antes, y mientras el presidente se encierra en su casa, en la plaza principal el pueblo grita que unido jamás será vencido, que Zacualpan no se vende, que la vida se defiende.

Una de las oradoras fue contundente: ya no somos los indígenas de antes, que nos traían una foto para decirnos por quién votar, que nos compraban con una bulinga y un pozole.

Y es que los planes de instalar una mina de extracción de oro a cielo abierto, junto con la movilización oportuna de ciertos actores sociales, han puesto en alerta a una comunidad que parece, emprende el camino hacia el empoderamiento, a su afirmación como una forma de vida colectiva propia, con una visión frente al mundo, con el poder no solo para resistir, sino para construirse.

 

Aguas subterráneas

Pese a que ya había alrededor de 70 firmas que aprobaban la instalación de la mina, el 8 de noviembre se convocaron cerca de 200 personas en la plaza principal para informarse, para hacerse escuchar y aprender. Entre proyecciones de fotografías, charlas de activistas, dibujos de los niños y la circulación de volantes, la gente dijo no a la mina.

Al parecer este emprendimiento ya contaba con los permisos necesarios para iniciar, a pesar de que la población apenas conocía las intenciones. Durante la última década en América Latina, este tipo de proyectos se llevan a cabo siempre llenos de irregularidades, ilegalidades y atropellos. Aquí se pudieron anticipar.

Sería ingenuo pensar que una chispa de espontaneidad e iluminación reunió gran parte de la comunidad de Zacualpan para enfrentarse a uno de los pilares del avance de la explotación capitalista, pero sería torpe adaptar el discurso de los agentes externos que manipulan una masa que no entiende sobre desarrollo y modernidad.

Sí, aquí hubo intervención de organizaciones civiles, hay actores sociales que han empujado este proceso, pero a diferencia de quienes están impulsando la instalación de la mina, ellos no se esconden y en público muestran su intención: acompañar a la comunidad en un proceso de lucha y aprendizaje.

Quizás por ello, por sentirse acompañados y fortalecidos, 15mil pesos no pueden comprar una voluntad, como ha estado actuando el empresario que promueve la instalación de la mina. El poblador que me cuenta su historia me dice que le ofrecieron 50mil, más la promesa de tener trabajo toda la vida, pero me dice que él quiere vivir de su tierra, quiere tener su propio negocio, no ser un empleado expuesto a las enfermedades que va a ocasionar la erosión de su tierra.

Para la segunda asamblea pública casi pueden contarse 300 asistentes, hubo más de doce oradores incluyendo activistas, pobladores, niños leyendo mensajes y jóvenes componiendo rap.

La constante en los discursos es el mal gobierno, aquel que engaña, aquel que promete y no cumple, aquel que roba, aquel que desprecia, que reprime y amenaza. Un mal gobierno que se colude con los de dinero para dejar pobreza y destrucción en las comunidades.

La consigna es clara y no tiene lugar a negociaciones: no a la amina, defender el territorio, exigir la efectividad de derechos sociales y políticos, reivindicar la identidad indígena y originaria, ser gobierno, ser comunidad.

 

Sobre la pirámide

El domingo 1 de diciembre se realizaría una asamblea formal para discutir y votar la instalación de la mina en Zacualpan. El pueblo temprano estaba listo acompañando a los comuneros que en su mayoría, llevaban la consigna popular para votar el rechazo. La asamblea se suspendió, según declaraciones del presidente municipal, por motivos de causa mayor.

Desde hace un año quienes buscan respuestas al tema de la extracción del agua han sido ninguneados por funcionarios públicos. Hace diez días se solicitaron audiencias con el gobernador del estado y el presidente municipal, pero no se ha obtenido respuesta.

A la asamblea popular asistieron personalidades como el diputado del PVEM, el diputado y el presidente municipal de Comala, representantes de la CONAFOR, el presidente estatal de MORENA, el titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, activistas y líderes sociales.

La palabra fue negada al presidente municipal y al diputado local, porque si estaban ahí era para escuchar, esta era una asamblea popular, un espacio político propio. Un pueblo que por años no ha tenido el derecho de ser reconocido para hablar ha despertado, no pide dádivas, exige ser parte y poder.

Al fondo se escucha hablar a alguien, dice que Zacualpan es el único pueblo indígena de Colima que se ha levantado. Las paredes dicen NO a la mina. Las mujeres gritan que el pueblo manda, que ha dado inicio una lucha por los niños, por el legado de los abuelos, por proteger la tierra, el agua, el bosque.

Tzcualli-pan puede interpretarse como: pirámide del sol sobre las aguas alegres. Ahora agitadas.

http://www.youtube.com/watch?v=rst1qG8zL6U#t=20

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