Desplazados por el tren

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María Rosario Segura Toro es una señora de 60 años de edad. Junto a ella vive su esposo de mayor edad, Manuel Torres Rincón, y su hijo con Síndrome de Down.

Su nuevo hogar, entregado por el Instituto de Suelo, Urbanización y Vivienda (Insuvi) del gobierno del estado dirigido por José Carbajal Larios, es un espacio con una superficie de 106.46 metros cuadrados en la colonia Mirador de la Cumbre III en el municipio de Colima. Aquí viven desde el lunes 9 de septiembre del presente año.

Su anterior casa, en Prados del Sur, fue demolida por Ferrocarril Mexicano (Ferromex), debido a que la familia Torres Segura construyó hace siete años su humilde vivienda sobre la zona federal. Aproximadamente medio centenar de familias más también fueron desalojadas por la misma razón.

El 10 de julio, sin previo aviso, Ferromex comenzó la demolición de una decena de viviendas. Algunos de los propietarios se encontraban laborando y, cuando regresaron, su hogar era sólo escombro y algunas láminas que se alcanzaron a salvar.

En un plazo no mayor a 20 días, el resto de familias tendría que abandonar la zona. Debido a la intervención de la presidencia municipal y la Comisión de Derechos Humanos (CDHEC), se logró ampliar el periodo hasta el 10 de septiembre mientras el Insuvi hacía un estudio socioeconómico de las familias para ofrecerles un nuevo sitio para vivir.

El municipio de Colima no es el único con esta problemática. En Tecomán se registran cerca de 90 familias viviendo en zona federal, mientras en Manzanillo son al menos un centenar. La historia se repite en Armería, Coquimatlán, Cuauhtémoc, e incluso, otras colonias de la capital. Tal vez, Ferromex deba destruir nuevas casas para que las autoridades estatales y municipales reaccionen y reubiquen a las familias afectadas.

Los asentamientos irregulares en Prados del Sur iniciaron hace 15 años, sin que ninguna autoridad lo impidiera y, por el contrario, se les dotó de agua potable, energía eléctrica y drenaje.

El alcalde capitalino, Federico Rangel Lozano, aseguró que las viviendas de Prados del Sur eran lotes sin ningún servicio público. La familia Torres Segura lo desmintió.

“Mínimamente lo que se puede apoyar (a las familias afectadas) es con un (nuevo) lote con servicios y condiciones para generar una vivienda mínima adecuada”, manifestó Rangel Lozano.

 

‘ESCLAVIZADOS’ A PAGAR

La oferta del Insuvi para la señora María Rosario Segura y su familia fue un lote en la colonia Mirador de la Cumbre III con lodo, sin banqueta, sin techo, sin paredes, sin servicio de drenaje y energía eléctrica, sin agua potable. El terreno era literalmente eso: un terreno.

Su primera noche fue improvisada, cuatro troncos verticales que sirvieron como columnas para marcar el perímetro de su nueva casa. Algunas cobijas y sábanas fungieron como paredes. El techo fue un cielo lleno de estrellas.

El precio del lote es de 149 mil 600 pesos con 37 centavos con un interés anual del 8 por ciento. La familia recibió un apoyo del gobierno estatal de 75 mil 78 pesos con 27 pesos. El saldo por pagar solamente es de 74 mil 522 pesos, es decir, 240 pagos mensuales de 623 pesos con 33 centavos a partir del 30 de diciembre 2013.

“Estamos inconformes con el terreno, pensábamos en regresarlo y que se quedaran (con él) porque no estamos a gusto. Mejor que nos den un pie de casa, porque si vas a estar de todas maneras esclavizado a pagar en 20 años -sabrá Dios si lleguemos- mejor el pie de casa”, dijo Hugo César Torres Segura, hijo de María y Manuel.

Hugo tiene 32 años y se dedica a lavar coches. Ayudó a sus padres y su hermano menor en la mudanza y en la construcción del nuevo hogar con algunos materiales donados por una legisladora local.

El Mirador de la Cumbre III pertenece al distrito III electoral pero su diputado, el priista Óscar Valdovinos, no se acercó para ofrecer apoyo a la familia. Fue la representante del distrito VIII de Villa de Álvarez, la panista Yulenny Cortés, quien les regaló láminas, madera, mano de obra y la construcción de la torre para colocar el medidor del servicio eléctrico.

 

LA TORMENTA ‘MANUEL’

A unos días de estrenar su hogar, la tormenta Manuel dejó más lodo y los muebles mojados en la casa de la familia Torres Segura.

Colocar ladrillos debajo de las cuatro patas de las camas no evitó que éstas se hundieran en el lodo. El agua se coló por las rendijas de la madera y las láminas, de la cuales una se desprendió y se quebró al caer al piso. El lodo cubrió un tercera parte de su refrigerador y de su estufa. La ropa quedó húmeda, al igual que su sala y las dos camas, lo que les imposibilitaba dormir adecuadamente.

“Todo está mojado, todo está húmedo, allá afuera patinabas. Aquí (a la casa) te metías y te sumías”, comentó Torres Segura.

Las primeras semanas, la casa no contaba con baño ni lavadero. En algunas ocasiones acudían con la vecina para bañarse, una adulta mayor que vive en frente, quien también les ofrecía dormir ahí. En otras ocasiones, debían esperar que saliera la noche para ducharse al aire libre, atrás de su improvisada casa.

Hugo afirma que estaban en mejores condiciones en su anterior hogar, donde nunca se les metía el agua de la lluvia y contaban, al menos, con los servicios básicos.

 

MIL VECES EL PIE DE CASA

A dos meses haberse mudado, la familia Torres Segura logró tener piso firme gracias a que un vecino les donó unos sacos de cemento. También ya cuentan con servicios públicos pero “yo a mi mamá le digo: del terreno al pie de casa, mil veces el pie de casa”.

“(Al menos) el pie de casa ya tiene un cuartito, tiene un colado”, manifestó. Sin embargo, sus papás firmaron el contrato con el Insuvi aún sin conocer el lugar que estaban adquiriendo.

“El terreno, cuando lo firmaron mis papás, el ingeniero nunca nos lo enseñó. Nosotros no sabíamos dónde era el terreno. Nosotros le decíamos, antes de firmar, llévenos. Cuando mi papá llegó, el terreno estaba bien feo, es puro barro”, indicó.

El ingeniero testigo de la compra-venta del terreno fue Rubén Ortíz Oseguera. “Si él nos hubiera enseñado el terreno o nos hubiera dicho en qué condiciones estaba, no nos hubiéramos venido aquí”, expresa molesto.

 

¿VOTAR POR ELLOS? NI DE CHISTE

“Ya saben por quién van a votar”, es lo que candidatos priístas dijeron a los vecinos de Prados del Sur en las campañas electorales pasadas.

“En época de elecciones andaban para la gubernatura Mario Anguiano, y después Federico Rangel para presidente, hasta pasaban por la casa y nos subían a la camioneta (…) a cambio del voto nos pusieron el agua”.

Sin embargo, dicen estar seguros que no votarán por candidatos priístas, y por el contrario, cambiarán de partido. “Ni vale la pena volver a votar por ellos ni de chiste. Vamos a votar por otro, no se merecen nada”.