José Ingenieros, de los ideales

 

José Ingenieros fue un médico, psiquiatra, farmacéutico, sociólogo, psicólogo, filósofo y ensayista argentino que tuvo un fuerte interés por la política, pasó de adoptar una postura socialista a una anarquista, llegando a escribir para varios periódicos, fue amigo de José Vasconcelos y además tuvo la intención de ser presidente de Argentina.

Es un personaje bastante interesante sobre todo por ser un verdadero crítico de su época. En sus ensayos de “El hombre mediocre” y “Las fuerzas morales” resaltan temas como los ideales, la mediocridad, la democracia y de cierta forma, el sentido de la humanidad.

Una de las ideas centrales en sus ensayos destaca que la juventud ha guardado, por instinto y a fuerza de supervivencia, el secreto que mantiene viva la ascua de la conservación individual y de la especie; la renovación de ideales dirigidos a la llama de la perfección, pese a la naturaleza inalcanzable de estos. Cuanto más cerca se cree estar tanto más bifurcan los senderos, uno a uno hasta donde se quiera contar.

Para este autor la perfección es cada elemento de lo inconmensurable que tiende a equilibrarse con todo lo variable que lo rodea, en esa adecuación a la armonía del todo consiste la perfección de las partes, es una bella concatenación. Convienen unos ideales a otros en razón proporcional a su perfectibilidad; conforme más perfecto es un ideal más se puede vivir de él y más se debe trabajar por él. Ése es el verdadero alimento de la sociedad y del individuo.

Los ideales de antaño son sólo el eco de otros ideales, aún más antiguos, que fueron renovadores en su tiempo y espacio. Más vale admirarlos lo suficiente para evitar subyugárseles, procurando siempre dominarlos.

Un ideal persigue una verdad perfectible. La verdad de la ciencia es lógica; del arte, belleza; de la moral, virtud; del derecho, justicia. Cualquier senda de estas es digna de seguir, siempre y cuando sea un equilibrio entre el espíritu individual y el colectivo, es decir, un goce. Quien no ama la verdad cae de la barranca al abismo de las miserias.

Despierta curiosidad cómo un personaje puede morir y su obra vivificar. Ingenieros describe un escenario político y social que se repite, por desgracia, con bastante regularidad, un escenario donde los mediocres son personas loables, que pueden representar responsablemente a las huestes y elegir responsablemente a sus representantes.

La democracia, que es mediocracia maquillada, busca encasillar a la mayor cantidad de personas dentro de las rutinas que le favorecen. Pareciera que han condicionado a estas huestes para que en cuanto adviertan un cambio en la cómoda y equilibrada rutina ataquen o ignoren. También es válido afirmar que las masas siguen condicionadas por el miedo que ha gobernado, como un dictador, al espíritu íntimo de cada persona y al de las masas. Atacan sin saber, ignoran sin sospechar.

La mediocracia prefiere las sombras antes que al hombre digno, aquéllas abundantes en toda época y éstos escasos en el evo; las sombras adaptasen a los dogmas seculares que hacen del cuerpo una cárcel, los humanos dignos toman esos dogmas para cuestionarlos, analizarlos y domarlos, abriendo brecha en el infinito porvenir, esquivando los múltiples venenos que paralizan y domestican.

Quien no ama la verdad se dirige hacia el desfiladero de la inmoralidad y se niega a aceptar los millones de años de evolución que vibran en su sangre. Quien no ama la verdad niega su propia existencia.

La naturaleza no se equivoca. Da lo necesario. Selecciona. Hay quienes nacen en el abismo amalgamándose a la sombra, hay otros que nacen con la mirada clavada en la punta de la montaña, dispuestos al alpinismo. Los primeros son recipientes de los ideales de los segundos. Los primeros no han obtenido el corolario de que los segundos no se pueden contener.

Sin los segundos no hay evolución.

La inquietud espiritual desdibuja los desgastados sistemas que, con inocentes razonamientos, pretenden explicar fenómenos de la naturaleza. La acción del joven inquieto es rebeldía que afirma ideales reventando las mentiras vitales de la sociedad contra verdades vitales del ser.

Siendo la rebeldía acción de cambio, el joven es iconoclasta renovador y el senil dogmático conservador; ambos cumplen funciones en el desarrollo de la humanidad. Éstos guardan celosamente todos los preceptos que contuvieron la realidad, enseñándolo desesperadamente a causa de su moribundez. Aquél, arrebata los documentos empolvados de las manos secas del senil, para trazar nuevos horizontes en la evolución de la estirpe humana. Se explica por sí solo el ocaso de Europa y el amanecer de América Latina; tierras medradas de adultos mayores y tierras de crecientes jóvenes.

En resumidas cuentas, la historia de la humanidad de cuando en cuando es caldeada y redirigida por algunos genios y hombres dignos en su juventud mental. En el evo, las épocas transmutan de una en otra; ora tiempos absolutos, ora tiempos relativos. Todo ideal cae por fuerza de gravedad; en un instante de la eternidad, toda verdad relativa reemplaza a otra absoluta, hasta que la extensa verdad relativa se aletarga en la secularidad y tórnese estatua absoluta.

Cambiemos las cárceles por hospitales

Las elecciones de Estados Unidos no solo fueron sobre quien será el próximo presidente norteamericano. En Oregón, además de decidir por quienes llenan los asientos políticos, los ciudadanos participaron en un plebiscito en el que se votó a favor de despenalizar el consumo de cocaína, heroína y LSD, y de sustituir la política de enjuiciar a los usuarios de drogas por una de dar tratamiento de desintoxicación financiado con el impuesto existente a la venta de marihuana recreativa. Este plebiscito, el último de un creciente movimiento internacional que busca cambiar el enfoque de “políticas duras contra las drogas” por uno de reducción de daño personal y social, nos recuerda que existen alternativas para minimizar los consumos problemáticos de drogas y reducir la violencia que existe en torno a los mercados ilegales de estupefacientes. En 1980, los jardines frente a los edificios del poder legislativo y el poder judicial de Suiza estaban llenos de agujas usadas que tiraban los consumidores de heroína. La policía suiza estaba harta de perseguirlos y ahuyentarlos, pues las plazas volvían a llenarse de consumidores antes que pasara una hora, mientras que el sistema de justicia gastaba mucho dinero en judicializar casos de consumidores que terminaban prisión y el sistema de salud invertía recursos considerables en evitar muertes por sobredosis y en dar tratamiento para pacientes de VIH, hepatitis B, y otras enfermedades asociadas al consumo de drogas. Entonces, los suizos decidieron ser pragmáticos. En lugar de usar la fuerza pública y el sistema de justicia para combatir al consumo problemático de drogas, empezaron a tratarlo como un problema de salud pública. Cambiaron la criminalización y la persecución por políticas que buscaban reducir el riesgo en el consumo, dando agujas limpias y lugares seguros para inyectarse, y apostaron por algo controversial: ofrecer tratamientos financiados con recursos públicos para reemplazar la heroína callejera por alternativas de grado médico, o incluso por heroína controlada por el mismo estado. Con el tiempo, los resultados llegaron: el número de muertes por sobredosis se redujo, las tasas de infección de enfermedades asociadas al consumo problemático de heroína empezaron a reducirse y también se redujo los crímenes asociados al consumo problemático de esta droga. Invertir dinero público en tratamientos para los usuarios con problemas no solo mejoró su calidad de vida, sino que redujo los gastos asociados a combatir el problema desde la perspectiva de la seguridad y la fuerza. Oregón hoy se decanta por este modelo, que ya ha sido adaptado parcialmente en Reino Unido, Francia, Holanda y otros países. Del lado de la propuesta están sólidos estudios sobre la efectividad de los tratamientos que ofrecen alternativas a la heroína callejera, y que han sido auditados de manera externa por la Organización Mundial de la Salud, La Oficina de Drogas y Crimen de las Naciones Unidas, entre otras organizaciones internacionales, así como las historias de éxito de usuarios que pueden recuperar su vida gracias a intervenciones que los tratan como pacientes y no como criminales. Lo triste es que en México aún estamos a décadas de tener esta discusión de manera seria. Mientras que los campos de amapola del país se riegan con sangre y las cárceles se abarrotan de personas que tienen un problema de salud, la campaña sobre consumo de drogas del gobierno federal se centra en estigmatizar a los usuarios con problemas como personas sin valor social y potenciales criminales, sin siquiera tomar en cuenta evidencia científica para respaldar lo que se presenta. La oposición tampoco tiene interés en las propuestas para regular el consumo de droga, y las pocas iniciativas que podrían ser el principio de un cambio radical para cómo hacemos frente al problema de drogas sigue sin ser prioridad para el Senado.

La menstruación es política 

  Con esta frase defienden desde el colectivo “Menstruación Digna en México” que se elimine el 16% del IVA a los productos de higiene menstrual para niñas y mujeres como lo son las toallas sanitarias y los tampones, productos de primera necesidad que son parte del derecho a la salud que el Estado mexicano debe garantizar. Con 218 votos en contra y 185 a favor la Cámara de diputados logró negar la propuesta.  ¿Por qué la menstruación es un asunto político si ante los ojos de los demás es una situación individual? Porque al analizar las problemáticas que vivimos las mujeres y niñas hay un común denominador que hace de nuestros procesos biológicos o contextuales propios de nuestro sexo o causados a partir de percibirnos como mujeres impliquen desigualdad, violencia de género y discriminación hacia nosotras, sólo por ser mujeres, por lo tanto, asuntos supuestamente individuales o personales son genéricos, y son causados por un sistema patriarcal que los nutre. Ante el nulo análisis y acciones del sistema respecto a los problemas y necesidades específicos que vivimos las mujeres… en nuestros cuerpos cae la desigualdad, violencia de género, discriminación… eso de “personal” entonces es político y se debe tratar en la agenda pública.  Hablar de menstruación en México no es un tema meramente individual, ya que el país lo habitamos 63 millones 356,944 niñas y mujeres que menstruamos aproximadamente 40 años de nuestra vida ¡Cada mes! 2 mil 535 días, es decir un equivalente a 7 años seguidos de nuestra vida. Un asunto biológico inevitable del 50% de la población en México y aun así no se consideran los productos de higiene menstrual de primera necesidad.  Aunado a esto, en México 4 de cada 10 mujeres viven en situación de pobreza según datos de CONEVAL, más la cantidad de niñas y mujeres que no figuran en las estadísticas por vivir en situación de calle o migración. Es decir, por factores sociales-económicos, políticos y culturales no pueden costear los productos de higiene menstrual y si lo hacen su economía sí se ve fuertemente afectada a diferencia de otros grupos con privilegios de cuna y ¿qué implica no poder pagar por estos productos socialmente, en el ámbito de la educación, y económicamente?  La desigualdad para tener acceso a productos de higiene menstrual, aunado a la falta de educación e infraestructura sanitaria, pueden implicar discriminación; riesgos para su salud, ya que muchas utilizan otros métodos para sobrellevar su periodo menstrual como usar ropa vieja, calcetines, periódicos, papel, métodos no seguros; también provoca que las niñas y adolescentes falten a la escuela, a actividades sociales, culturales y deportivas, lo cual puede ser una limitante para desarrollarse con confianza y seguridad durante la pubertad, eso además de que no tener recursos para costear un producto de primera necesidad en cuestión de salud es una violación a sus derechos humanos.   Cuando hablamos de pobreza menstrual, es precisamente de estas barreras de acceso a productos sanitarios, educación sobre higiene menstrual, inodoros, instalaciones para lavarse las manos y / o gestión de residuos provocadas por un entorno desigual. La menstruación no es un asunto privado es político y se debe dejar de guardar silencio en la agenda pública respecto a las obligaciones del estado para que todas las niñas y mujeres vivamos una menstruación higiénica, íntima, cómoda, segura y digna. ¿Dónde está la perspectiva de derechos humanos al tomar la violenta decisión de no quitar el IVA a los productos de higiene menstrual? Aunque quitarlo era la mínima acción pues al menos para estos grupos vulnerados, estos productos deberían ser GRATUITOS y el Estado seguiría en deuda.   Menstruar no es un problema, no es una mancha, no es accidente, el 50% de niñas y mujeres en México no sufrimos accidentes una vez al mes a causa de la menstruación, la menstruación no es un problema, lo es que el Estado invisibilice las necesidades de niñas y mujeres como sujetos que menstruamos ¿qué implica menstruar para niñas y mujeres? ¿para grupos específicos de niñas y mujeres? ¿cuánto nos está costando menstruar a niñas y mujeres? ¿es justo que un proceso biológico nos cueste y que haya unos cuantos que se aprovechen de ello?  La menstruación es un problema por los que se aprovechan del monto que soltamos las mujeres por ¡higiene menstrual! Por salud… es un problema del Estado que cae en los cuerpos de nosotras, de ella, de tu madre, tu abuela, tu novia, tu hermana, tus primas, amigas, tu maestra, de la mitad de la población en México, un problema causado hacia nosotras, no de nosotras. Menstruar no es un problema.

Convocan a ‘Marcha de Catrinas’ por feminicidios en Colima

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  Este 2 de noviembre, Día de Muertos, mujeres marcharán en las calles de Colima para protestar en contra de los feminicidios ocurridos en el estado. A través de un evento en Facebook denominado «Marcha de Catrinas», las agrupaciones Colima Feminista e Insumisas Colima invitan a manifestarse «en memoria de las mujeres que ya no están, las que nos quitaron y tanta falta nos hacen». La marcha -a la que sólo están convocadas mujeres- se realizará el lunes 2 de noviembre a las 6:00 de la tarde partiendo del Telcel de Sevilla del Río con rumbo al Jardín Libertad, en el centro de Colima. Se pide a las participantes asistir caracterizadas de catrinas y llevar flores, veladoras o una cruz de color rosa. Para más información consultar el evento: https://www.facebook.com/events/997978257386401/

Hablemos de la virginidad

  Las niñas crecemos siendo aplaudidas porque tenemos algo que desconocemos, algo que no existe, pero se nos condiciona a reconocer que sí: la virginidad. Hablar de la virginidad es como rendirle tributo al pene, no al hombre, al pene, porque pasear, platicar, abrazar, besar, ser masturbada, recibir un oral, estar con un hombre no te “quita” la virginidad; socialmente aprendemos que dejamos de ser vírgenes cuando somos penetradas vaginalmente con un pene. Las mujeres desde niñas aprendemos también que nuestro valor social depende de mantener este atributo imaginario, sexista y misógino el mayor tiempo posible hasta soltar la etiqueta de “virgen” por un solo hombre, entonces somos consideradas valiosas. Por otro lado, para los varones se justifica que está en su “naturaleza” tener múltiples parejas sexuales e iniciar su actividad sexual lo más pronto posible, incluso aumenta su valor social ante otros hombres. Además, el cuerpo de las niñas, adolescentes y mujeres, ha sido señalado como tierra a conquistar “las vírgenes” son la tierra no habitada por otros hombres, y por la cultura machista en la que vivimos se piensa virgen como sinónimo de disponible. No somos tierras a invadir, tampoco vírgenes, no nacemos vírgenes, no crecemos vírgenes, y el tener relaciones sexuales con uno o con 4 no nos hace ser o dejar de ser algo. Nuestra vida sexual no debe ser definida a través de la penetración de los varones, tampoco nuestro estatus sexual –ya no es virgen-, vayamos descolgándonos esta etiqueta imaginaria que sólo sirve de trofeo para la masculinidad. La penetración vaginal es una de las tantas prácticas sexuales que hemos explorado las mujeres y los hombres y en la cual pensamos cuando hablamos de “relaciones sexuales” o “acto sexual”. Es decir, reducimos todo un encuentro sexual a una sola práctica sexual: el coito vaginal. Esta es una de las tantas maneras en que la sociedad rinde tributos al falo. Otro ejemplo es cuando a las mujeres se nos preguntas si ya fue nuestra primera vez ¿Nuestra primera vez en qué? Hubo una primera vez para un beso, para una caricia, para un oral, para masturbarnos, para masturbarte con otra persona… pero esa primera vez que nos enseñan a soñar es una primera vez teniendo un coito vaginal, ese es el sueño aprendido de un mundo que rinde culto al falo que hace que esperemos con ansias tener una “primera vez” con él. Otra frase similar que se utiliza es “ya iniciaste tu vida sexual” a partir de haber sido penetrada vaginalmente, nuevamente los besos, las caricias, las palabras dichas en el encuentro sexual, son un plano secundario, son ese “pre”, un “jugueteo sexual” que no es tan aplaudido ni valorado como la penetración vaginal. El pene es tan importante en el imaginario social que por ello se cree que el valor de la mujer se mide según el grado de entrega que tenga a uno solo, y que espere por él, así el varón no tiene que competir mentalmente por saber contra que otros falos compite, un desgaste que se ahorra al saber que la mujer se ha entregado sólo al de él. Las relaciones sexuales son mucho más que coitos vaginales, hay relaciones sexuales sin coito vaginal, hay relaciones sexuales llenas de besos y caricias sin orgasmos, hay relaciones sexuales con orgasmos que se derivan de la masturbación genital mutua… y hay relaciones sexuales, íntimas con una misma, placenteras, que en muchos casos son el inicio real a nuestra vida sexual. Hay tantos inicios sexuales con una misma borrados e ignorados para poner en su nombre la primera vez que fuimos penetradas vaginalmente por un varón. Las niñas crecemos aprendiendo a esperar ser tocadas por otros y reprimidas para no tocarnos antes de que alguien más lo haga, nos hacen sentir culpa y vergüenza si exploramos antes nuestros cuerpos que los otros; crecemos sin educación sexual y afectiva y con múltiples barreras de información por parte de la adultez, y cuando las instituciones académicas no guían, la pornografía se vuelve profesora y reproductora de la imagen de la niña y mujer como objeto sexual para los varones, de la mujer que goza y disfruta con dolor la violencia. Si el Estado y la Iglesia siguen estando en santa unión tomando decisiones sobre nuestros derechos, seguirá siendo imposible desenvagelizar los contenidos curriculares académicos y sacar a la virgen María como ejemplo para las niñas, y la culpa de los pocos y sesgados talleres de sexualidad que llevan a las escuelas. La niñez y la adolescencia tienen el derecho a explorar sus cuerpos sin culpa, necesitan aprender a cuidar a otros y otras afectivamente; necesitan crecer sin violencia; necesitan aprender de consentimiento, a saber preguntar y decir no… necesitan aprender de responsabilidad afectiva y necesitan no crecer con las creencias de las generaciones que les están negando su derecho a una educación sexual científica, laica y con perspectiva de género.