El robo del siglo en las narices de AMLO

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Suena grotesco robar agua en un desierto. En Chihuahua sucedió, justo cuando el Presidente de la República pisaba tierras norteñas.

De un momento a otro dieron la orden de abrir las compuertas de la presa El Granero y a Chihuahua se le fueron 100 millones de metros cúbicos de agua.

Debemos aclarar que la disputa del agua es de larga data, no es una responsabilidad que nació con la llegada de la 4T. Lo cuestionable es la forma arbitraria en la que las autoridades federales pretenden que Chihuahua se haga cargo de un retraso en el pago de agua que se contempla en el tratado de 1944.

En El Universal, la Directora General de CONAGUA publicó una especie de dispensa pública para Chihuahua, pidió solidaridad norteña, pero aceptó explícitamente que el estado grande sería la entidad que más aportaría en el pago de este retraso con el gobierno de los Estados Unidos.

Ante la incapacidad de CONAGUA para solucionar este conflicto a través del diálogo, campesinos de Chihuahua decidieron tomar las vías férreas y algunas carreteras un día antes de la llegada de AMLO a Ciudad Juárez. En ese momento la Federación prometió que no se abrirían las compuertas, pero para sorpresa de todos, sí lo hicieron.

Ya con el Presidente de la República en Chihuahua, el ánimo inundó a los campesinos y usuarios de riego. Se esperaba que López Obrador solucionara este conflicto, pero hubo una decepción: durante su estadía y eventos públicos ni siquiera mencionó la problemática; habló de corrupción, seguridad, becas, apoyos y del agua ni una palabra.

Igual de siniestro es el papel pasivo del Gobernador de Chihuahua. Era un momento para reivindicarse con el campesino promedio y decidió cocinarle rayadas de pan a López Obrador, las sonrisas y el buen ánimo entre ambos no sirvió de mucho para el agricultor que con mucho esfuerzo consigue recurso hídrico para trabajar su parcela.

¿Qué hay de fondo en este conflicto? Una total incapacidad del Gobierno federal para solucionar problemas, funcionarios y funcionarias con una ineptitud que preocupa. Al final, nadie responderá por los miles de peces que murieron por abrir las compuertas de la presa El Granero, nadie responderá al campesino que no entiende de tratados y convenios internacionales.

Lo que ocurrió en Chihuahua, es símbolo de la ineptitud gubernamental, la arrogancia de los funcionarios federales y el desdén al pueblo del que tanto hablan.