Los baches en el camino de la 4T

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Tras las elecciones del año pasado venía la sorpresa. El tsunami electoral llamado Andrés Manuel López Obrador había logrado que, en Colima, Morena pasara de un insignificante 1.27% a 31% en tan solo tres años, obteniendo, con la coalición, la mayoría en el Congreso del Estado y en los ayuntamientos. Sorpresa la del PRI que desde la gubernatura veía como se caía a pedazos su incuestionable cacicazgo en las instituciones de gobierno. Sorpresa la de Morena que se encontraba con un escenario que ni en sus proyecciones más optimistas contemplaba y con el Poder Legislativo como baluarte desde el cual echar a andar la tan sonada “Cuarta Transformación” en el estado.


Llevada a cabo la tarea histórica que cohesionaba a Morena, o sea, conquistar la presidencia para López Obrador, llegó el momento de los reacomodos, los cambios impresionantes de camiseta y las definiciones políticas en los hechos. Por eso, ahora en Colima podemos definir dos grupos fundamentales al interior del partido en el gobierno: uno en torno al diputado local Vladimir Parra, que aglutina a varios jóvenes militantes salidos de entre los fundadores de Morena, algunos de los cuales participaron en su momento en movimientos sociales y que, aún con sus contradicciones, es el grupo más sensible a las problemáticas sociales y con más iniciativa política. El otro gira alrededor de la diputada federal Claudia Yáñez Centeno, apoyada Sergio Jiménez Bojado, presidente actual de Morena. Éste último representa al grupo más pragmático y menos audaz políticamente, cuyo principal objetivo parece ser conservar el aparato del partido y mantener a raya a sus contrincantes internos, prestándose incluso a servir como ariete contra ellos por parte de los medios de comunicación oficiales.

Aunque se han logrado aprobar iniciativas importantes desde el Legislativo estatal, tales como el fin del monopolio de la FEC en el descuento estudiantil, la ley de identidad de género y los derechos de la naturaleza, el avance de la “Cuarta Transformación” en terrenos colimotes se ha topado con serios obstáculos en el ámbito político:

  • La naturaleza de Morena como plataforma electoral al servicio de la candidatura de López Obrador antes que como partido con dinámicas propias. Ante la falta de estructuras consolidadas y de un proyecto político claro y conocido por todos sus integrantes, lo que parece ser el denominador común de las variadas tendencias que forman parte de él es únicamente la adhesión al presidente. Esta heterogeneidad ideológica, sumada a la presencia de servidores públicos venidos de los partidos tradicionales, convertidos de la noche a la mañana a las bondades de la 4T, hacen difícil el trabajo coordinado.
  • Un partido inmóvil, agazapado, incapaz de organizar, formar y movilizar a sus bases y enfrascado en las disputas internas, con un presidente estatal que aparece más dando declaraciones en el Diario de Colima contra sus compañeros morenistas que en las colonias construyendo comités. Reproduce además la falta de iniciativa política que arrastra el partido a nivel nacional al estar en total subordinación a lo que diga o no López Obrador.
  • Una desmovilización social generalizada, con la honrosa excepción del movimiento feminista, curiosamente, el más crítico a la 4T. Difícil de hacer remontar después de una serie de derrotas o de la ilusión conformista de haber alcanzado el poder a través de López Obrador. Por ejemplo, aunque el descuento universal fue una demanda del movimiento estudiantil por lo menos desde 2012, su aprobación se hizo en un momento en que éste se encontraba prácticamente inexistente. Lo mismo la actual propuesta de reforma a la Ley Orgánica de la Universidad, presentada cuando los gérmenes de sindicalismo universitario independiente están en la lona.
  • Un pensamiento entre sus votantes contrario a muchas propuestas progresistas como la legalización del aborto, el avance de los derechos de la diversidad sexual o de la población migrante. Lo que nos hace pensar que no hubo un corrimiento a la izquierda de la sociedad colimense tras la campaña de López Obrador, sino una irrupción electoral de hartazgo contra el PRI canalizada por Morena, misma que en 2015 fue aprovechada por el PAN.
  • Y, por supuesto, la resistencia de los grupos de poder locales, teniendo como principal figura a Fernando Moreno Peña, tras el cual se alinea el Grupo Universidad y los principales medios de comunicación. Además, ensayan ahora una virulenta oposición usando métodos del activismo social, con gran difusión en las redes sociales e ilusionando a personas de zonas populares con promesas de apoyo en sus problemas legales. Personajes de caricatura como Esteban Meneses, Luis Tadeo y Agustín Díaz Torrejón se prestan a ello.

Aun con la gran aprobación que cuenta el gobierno federal, el camino de la 4T en Colima no parece fácil y las contradicciones inherentes a la estrategia electoral de “ganar a toda costa la presidencia en 2018” comienzan a cobrar factura, teniendo como hecho más reciente la renuncia de la diputada Liz Anaya para pasarse a la bancada del Partido Verde. Sin embargo, la oposición de derecha tampoco se recupera del batazo sufrido en las urnas y no ofrece un proyecto convincente. El capital político de hartazgo social expresado en el 31% de la votación sigue ahí, ¿podrán utilizarlo para cimentar la transformación prometida y esperada, o los avatares de la política realmente existente les harán desaprovechar este momento histórico?