¿Y el dinero del gasolinazo?

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El 2017 será un año difícil, durísimo. No sólo es el aumento superior al 20 por ciento en la gasolina, sino que este incremento detonará una tendencia inflacionaria que encarecerá el precio de las tarifas eléctricas: subirá un 4.5 por ciento a la industria; 2.6 y 3.5 por ciento al comercio, y un aumento de 2.6 por ciento en los hogares.

Producto de este aumento en la gasolina, el cilindro de gas de 30 kilos incrementó su precio de 401 a 472 pesos. Esto, a su vez, provocará un aumento escalonado en productos y servicios: se espera un alza del 20 por ciento en el kilo de tortilla y los taxistas adelantaron que su tarifa subirá entre 5 a 10 pesos.

Este incremento en los precios de la canasta básica y los servicios elementales propiciará, a su vez, un escenario de crispación social. Ya se han registrado manifestaciones multitudinarias en más de 20 estados de la república. Sin embargo, estas acciones no han pasado de una expresión catártica, de repulsa al aumento de las gasolinas.

Al amparo de la inconformidad social, han salido –como siempre—los mismos actores que encabezan movimientos coyunturales, pero que no trascienden acciones articuladas y efectivas porque no representan, genuinamente, un proyecto social, sino un interés partidista. Por eso dicen que la mayor protesta se debe dar en las urnas en el 2018.

Si bien es necesaria una reflexión más profunda en el momento de elegir a nuestros representantes populares, eso no disculpa ni desobliga a nuestros actuales diputados, senadores y servidores públicos a encontrar soluciones que beneficien la economía familiar; esto de manera conjunta con la sociedad organizada.

Hay una política hacendaria agresiva contra la clase media –las bajas ya no se diga–, pero, y todo ese dinero generado ¿a dónde va? ¿En qué se gasta o invierte? ¿Va para solventar los abultados salarios de los políticos o de la clase burocrática alta? Existe un desconocimiento total en ese sentido.

Si bien los impuestos son un mal necesario, éstos deben reflejarse en aspectos positivos. Hablamos de mayor obra pública; más personal en hospitales, escuelas y en los cuerpos de seguridad; mejores condiciones de infraestructura vial. El dinero se va, pero no sabemos a dónde.

Dos puntos

Ante la alza de gasolinas, se debe fomentar una mayor construcción de ciclovías. La secretaria de Movilidad, Gisela Méndez, tiene proyectos interesantes y viables para generar una conectividad en este transporte alternativo. De aprobarse la ley de movilidad traerá grandes beneficios en el rubro de transporte público. Y el de la bicicleta es de gran importancia, sobre todo en el actual contexto.