El mundo al revés: la ofensiva de la derecha

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“Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana.”

— Eduardo Galeano, Patas arriba, la escuela del mundo al revés.

En los últimos años hemos vivido una escalada a nivel internacional, nacional y local, de las expresiones políticas y sociales de derecha. Las crisis económicas sufridas, responsabilidad del capitalismo salvaje (llamado comúnmente neoliberalismo), han hecho que el descontento popular se vuelva miedo, el miedo odio, y el odio conservadurismo.

El peligro de un renacimiento de regímenes fascistas en todo el mundo es hoy más latente que nunca; desde Francia, donde el partido de Marie Le Pen (de ultra-derecha) ha tomado cada vez más fuerza, hasta Brasil, donde no se ha respetado el voto popular de 54 millones de personas, pasando por Estados Unidos de América, donde el candidato Donald Trump mantiene posibilidades serias de ganar la presidencia.

El desconocimiento y la ignorancia generalizada llevan a desviar los problemas que han causado el sistema capitalista y a culpar a los migrantes, a los pobres, a los gays, por ejemplo, de los problemas que acontecen en la sociedad. Todo lo diferente, lo alternativo, todo aquello que huela a cambio, aunque sea un poco, es enjuiciado y encasillado.

Así pues, si lo que se quiere es una política distributiva en lo económico que beneficie a la mayoría, se es llamado populista; si se rescata a los bancos y las grandes empresas ricas y poderosas, se le llama “fomento económico”; pero si se hacen políticas de bienestar social para activar la economía interna, es sinónimo de irresponsabilidad y locura. No se puede cruzar la lógica del fetiche del dinero, del dios del mercado, de la lógica de las ganancias, porque se les es crucificado inmediatamente.

Es este el ambiente que vivimos en la sociedad, donde la derecha ha ido ganando terreno peligrosamente, y donde no hay lugar común o continente donde se esté a salvo. La ofensiva nos afecta a todos(as), y a veces es tal (como la reciente marcha por el Frente de la “familia”), que uno llega a creer que la correlación de fuerzas es tan negativa, que estamos retrocediendo a la edad media. La disputa hegemónica, diluida por la dinámica de la posmodernidad (que acentúa la carencia de grandes relatos, y por tanto, tampoco grandes ni pequeñas utopías), ha fortalecido la sociedad  con valores individualistas.

Ahora ya no es deseada la antinomia izquierda-derecha, nos hemos perdido en agendas sectoriales, el enemigo nos ha dividido a pesar de que somos más. El mundo al revés hace parecer que ellos son los que sostienen el sistema, el 1% de la población es ahora mayoría; el mundo al revés, que consensa con la inconformidad y el escepticismo, nos hace creer que la respuesta a la crisis es la pérdida de derechos, la violencia institucional y el autoritarismo. Nos hace creer que se puede combatir violencia con más violencia o que se puede superar a la derecha con otra derecha.

Así el dilema de la pobre Alicia, que se asoma al siglo XXI y ve el mundo al revés, sin necesitar un espejo, pero el mundo al revés ya no es el mundo de las maravillas, sino el mundo de las miserias espirituales, sociales y culturales; el mundo que permite que en Brasil haya un golpe de estado, que Argentina gane el primer presidente con una abierta ideología conservadora, que en Estados Unidos de América, país de la “democracia” Occidental, pueda ganar un dictador marca Kentucky, y que en nuestro país se insista en que la opción al PRI pueda ser el PAN, cuando estos dos, de la mano, han desgobernado el país los últimos 30 años.

*Presidente del Consejo Estatal de Morena Colima.
revolucionpermanente12@gmail.com