Las lecciones de Río: Sí se puede

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Cada olimpiada deja un crisol de historias que desplazan el interés deportivo para poner en el centro gestos tan humanos como el de las corredoras que después de haber tropezado se animan y acompañan hasta llegar a la meta. Para los mexicanos, Río nos deja mucho por contar. Las biografías de los atletas mexicanos son dignas de un libro de superación personal, la filosofía del sí se puede está funcionando.

La historia de Misael Rodríguez es el ejemplo de la filosofía de la superación personal que se imparte en auditorios y aulas. No importa lo adverso de las circunstancias pues nuestra determinación siempre nos da los medios para salir adelante. En un país donde gobierno es equivalente a corrupción e ineficiencia, el lema del progreso es que sí se puede. La exigencia ciudadana ya ni parece opción, es mejor ponerse a trabajar.

En medio de la desacreditación del gobierno en los juegos olímpicos las historias pueden dar para todo. Así conocimos que la ganadora de plata en la disciplina de marcha, vivió el calvario al que son sometidos miles de mexicanos en busca de atención médica. Entre consejos de dejar el deporte y amenazas de amputación, Lupita Gonzáles encontró un remedio a su lesión con terapias de ejercicio y se colgó una medalla en Río.

En este álbum de historias de tenacidad el personaje más destacado es Alfredo Castillo. El poder de la iniciativa propia lo ha llevado a coronarse como un hombre de éxito que se pasea por cualquier rama de la administración pública en puestos de alta responsabilidad, gozando de buenos sueldos y el poder de dar acreditaciones de periodistas a cualquiera, de viajar con masajista personal y amigos sin importar las condiciones de sus tutelados.

El éxito pertenece a los líderes y emprendedores que sin lamentos se enfrentan a la adversidad. La filosofía del sí se puede está funcionando.