¿A quién le importa el 3 de 3?

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Creo que a la mayoría de los políticos no les importa la iniciativa 3 de 3. No es que les asuste, simplemente no les importa. La clase política trabaja por inercias y de acuerdo a experiencia propia, en su mundo los ciudadanos solo existen como clientes, y entregar información sobre su desempeño y su integridad no es más importante que entregar balones o despensas.

Conozco políticos que ven este tipo de iniciativas como inútiles. Como la ciudadanía casi no acude a sus eventos y oficinas creen que la gente no participa, y entonces no tiene sentido aprobar leyes que ofrezcan herramientas para controlar el quehacer de los representantes y funcionarios públicos. Además la rendición de cuentas es un protocolo oficial y de gala, no un ejercicio cotidiano y desde abajo.

Iniciativas como la ley 3 de 3 pretenden corregir esas inercias. Las normas crean obligaciones y rutinas que regulan el ejercicio de lo público. La corrupción y altanería de los servidores públicos no va a cambiar por conversión espiritual, y nada nos asegura que una renovación de la clase política cambie sustancialmente las inercias.

Yo no sé si la ciudadanía indignada piensa la ley 3 de 3 de esta manera, de hecho creo que muchos de los que se desgarran las vestiduras por la inclusión de esta figura ni siquiera conocen el alcance de la nueva Ley de Transparencia, y creo también que difícilmente se interesarán en utilizarla. Esta es una visión pesimista que probablemente comparten muchos altos mandatarios.

Pero sea pesimismo u optimismo, sólo son prejuicios, y no se gobierna ni se legisla con base en lo que uno cree, sino en lo que es necesario. Nos urge hacer transparente la toma de decisiones, y además, hacer que los funcionarios y representantes entreguen información al público para evaluar las condiciones que los rodean y su desempeño.

Es cierto que leyes como el 3 de 3 requieren que los ciudadanos se involucren, y probablemente el desencanto con la política haga que eso no suceda, pero ya es problema de la sociedad el cómo se organiza. Lo que importa es cómo este tipo de leyes pueden modificar las actitudes de la clase gobernante que hasta ahora hace lo que se le viene en gana.

Por lo pronto, espero que las dependencias ya hayan empezado a hacer una minuciosa sistematización de la información que deberán tener disponible. Ojalá que la nueva norma en transparencia instale rutinas que profesionalicen un poco la administración pública, y ojalá pronto los funcionarios entiendan que entregar información sobre su desempeño es tan importante como entregar despensas a bajo costo.