Un exorcismo al Congreso

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Como casi siempre, los diálogos entre representantes y ciudadanos en Colima, son una tomada de pelo. Es cuestión de preguntarles a los vecinos de Lomas Verdes, a los ciclistas, a los opositores a la construcción del túnel en el centro de Manzanillo, a los trabajadores del SUTUC, a los defensores de derechos humanos, o a los limoneros hoy diluidos en líderes partidistas.

Uno de los pocos ejercicios de debate y participación que ha habido en los últimos años, es el episodio que empujaron los motociclistas cuando se enteraron de la llamada “ley chaleco”. El gobierno estatal y los diputados pretendían tomar a los jinetes de las motos como chivo expiatorio de la inseguridad y obligarlos a portar casco y chaleco con el número de placas. Pero se enfrentaron a una de las organizaciones más unidas y proactivas de la sociedad civil y la ley se tuvo que ir para atrás.

Los foros y las mesas de diálogo y negociación que habilitan nuestros políticos, casi siempre siguen la misma lógica: sirven para legitimar decisiones ya tomadas o para liberarse de tomar decisiones incómodas. Esto fue lo que hizo el congreso la semana pasada al realizar foros de consulta para debatir la despenalización del aborto y la sanción del matrimonio igualitario.

Este episodio es interesante no por las posturas a favor y en contra del tema, sino por la actitud demagógica, cobarde e ignorante de los legisladores y las legisladoras que por perversidad o ingenuidad, le dieron la vuelta a una obligación que proviene de su mandato. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha establecido un derecho constitucional, y lo que a los diputados les toca es garantizarlo.

Lo peor de todo es que actuaron de una manera irresponsable al disponer un escenario para el enfrentamiento de activistas y religiosos ¿A quién se le ocurre juntar a bandos polarizados en sus posturas para debatir? Es obvio que en estos temas nunca habrá consensos entre las opiniones encontradas, y los debates solo sirven para reafirmar la opinión propia a punta de gritos, chiflidos y hasta golpes.

Martha Sosa dice que los colimenses no son tan de avanzada para aprobar estos temas. Entonces tampoco debemos ser tan de avanzada para debatirlos ¿Por qué siguen pavimentando calles y promoviendo la modernización de la economía si somos unos atrasados?

Yo pensé que el estilo de gobernar charro, cínico y voluntarista iba a cambiar con la salida de la mayoría de los dinosaurios priistas, pero parece que los espíritus persisten: la dádiva de regalar pelotas y tejas, la pose de alcurnia, y en general, la incapacidad política de generar consensos y sancionar las leyes necesarias para combatir las condiciones deficitarias de nuestra democracia.

Y ya que el congreso se puso tan abierto con las supersticiones, y asumiendo nuestra ciudadanía atrasada, quizás tendríamos que hacer un exorcismo al congreso, porque parece que votar alternativas no quita las viejas mañas.