Pagamos diezmo, aun siendo ateos

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La fé, es una necesidad que todas las personas tenemos, nacemos propensos a desarrollar alguna forma de espiritualidad y conforme nos desarrollamos decidimos canalizarla hacia donde mejor nos parece o hacia donde nuestra familia lo marca, sea de forma religiosa o no.

En México, la libertad de culto está protegida por el artículo 24 de la constitución, el cual expresa que toda persona tiene derecho a adoptar la religión que desee, pero también que “los actos religiosos de culto público se celebraran en los templos y que los que extraordinariamente se celebren fuera de estos se sujetaran a la ley”.

Además, también existe la Ley de asociaciones religiosas y culto público, misma que está fundada en el principio histórico de la separación del Estado y las iglesias, por lo que en su segundo artículo asienta que nadie puede ser obligado a prestar servicios personales ni a contribuir con dinero o en especie al sostenimiento de cualquier otra agrupación religiosa, ni a participar o contribuir de la misma manera en festividades o actos de culto religioso, lo cual en el papel es bastante razonable, sin embargo en la práctica no es así.

El día de mañana, llegará de visita a nuestro país el Papa Francisco; será la primera visita del Pontífice a México y llegara a 5 estados que recorrerá en 6 días, noticia que ha llenado de emoción a muchos católicos como si del artista del momento se tratara, lo cual es respetable hasta que nos enteramos que los gobiernos federal y estatales han gastado al menos 165 millones de pesos en su visita, el cual por supuesto viene de nuestros impuestos y podría ser utilizado en subsanar una infinidad de necesidades que tenemos en nuestras sociedad y me pregunto ¿Por qué la iglesia católica no costea las visitas del Papa a sus seguidores?.

El Vaticano es un estado del cual no se tiene certeza sobre las riquezas que posee, esto debido a que no está obligado a declarar su PIB, sin embargo, se tiene noción sobre su opulencia debido a sus inversiones con poderosas corporaciones internacionales, entonces, si el Vaticano es el centro de la iglesia católica y el Papa su máximo representante, es precisamente el Vaticano quien debería tomar de sus arcas para mandar al Papa a visitar a quienes representa.

La iglesia católica tiene un historial de intervención política que incluso en México fue luchada para preservar su mando cada que hubieron intentos de separar a la iglesia del estado, al grado de llegar a provocar guerras civiles. Fue hasta la constitución de 1917, que ya no se otorgó protección especial a la religión católica y no fue jurada por Dios, sin embargo, en la actualidad la iglesia el gobierno tienen una estrecha colaboración de manera semi abierta, la cual no se menciona, pero a todas luces se beneficia a la iglesia con donaciones de terrenos y prerrogativas económicas que le han permitido funcionar con facilidad. Quizá se deba a que la iglesia es un agente de influencia importante que al gobierno le conviene tener de su lado, pues no debemos olvidar que la fe “mueve montañas”.