Los olvidos del rector

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El rector se reunió ayer con su grupo en el poder. Los intendentes y secretarias invitados al informe no caben en el recinto oficial. Para ellos, hay sede alterna con pantalla gigante, para que sientan que están ahí, con todos. Informa que somos más de mil profesores por hora y más de quinientos profesores de tiempo completo en la Universidad de Colima.

Lo que no dice es que es más grande la planta de trabajadores de confianza, que engrosan la nómina y hace insostenible pagar los sueldos de estas personas que están colocadas en las direcciones generales y coordinaciones. Olvidó mencionar los recontratados y las jubilaciones excesivas que ganan los exrectores con los que se reúne (¡como no!), a desayunar, todos contentos, con el dinero que emana de los trabajadores universitarios y del pueblo.

No dice que nosotros pagamos su estilo de vida. El Rector no dice que le hizo una dirección general a su esposa y que anda promoviendo la posibilidad de que ella sea su heredera en la rectoría. “Voy a ser el primer rector que deje en su lugar a una mujer”, dice ufano en las reuniones con egresados. Se le olvida mencionar, también, que gracias a sus gestiones y a un dirigente sindical maleable y solícito, rasuró el Contrato Colectivo de Trabajo y sacó de él todo aquello que constituían violaciones, las cuales fueron señaladas constantemente por aquellos profesores a los que nos dicen “disidentes”.

Olvidó decir que ya no se habla en el contrato colectivo del trabajo del FOSAP, de los botiquines de primeros auxilios que debía haber en cada escuela, de que los instrumentos de trabajo los debe proporcionar la Universidad de Colima a sus trabajadores, de que ya no es obligación de la Universidad conservar en su puesto a los profesores por horas, cuando los planes de estudio, las materias o los programas de las carreras que se imparten, cambien. El rector no menciona en su informe, que, de él, es un sueldo el declarado y otro el que se autorizó a sí mismo, con todo el poder que le otorga la Ley orgánica, obsoleta de la universidad, que le da el carácter de “líder nato”. El gana lo que le da la gana.

Olvida decir que la represión en la Universidad de Colima no se ha detenido. Después de la huelga de hambre de nuestros compañeros, misma que duró 45 días, las medidas en contra de los simpatizantes continúan. Se le olvidó decir que han sido despedidos nueve compañeros, quienes reciben asistencia jurídica laboral para defenderse de aquellos que, sintiéndose dueños de la universidad, se han enriquecido vilmente con el dinero que nos pertenece a todos.

Se les olvida, aunque lo diga, que la Universidad es pública y nos pertenece a todos, que entre todos la sostenemos con los impuestos que pagamos y por tanto, merecemos que sea una institución transparente, con funcionarios honrados que sean un ejemplo a seguir, y no personas que traicionan hasta a su propia familia. Coexistimos en una Universidad sin memoria, que esta pronta a destruir a los trabajadores honrados y comprometidos y deja sin castigo a enemigos de la clase trabajadora, una universidad donde la mayoría de los trabajadores no son capaces de sacar su cabeza del hoyo en el piso, aceptando la violencia sobre ellos sin protestar, dándole el derecho a las autoridades de disponer de sus vidas y sus trabajos como si fueran objetos, replicando la violencia para quedar bien con las autoridades, buscando un lugar en la fila de besamanos que les asegure, por lo menos, una foto con el jefe. El rector, en su informe, dice que buscará “contribuir a la construcción de una sociedad más próspera, democrática, justa y solidaria”. ¡Que bien se oye en el discurso! Son palabras vacías de contenido.