La vil oposición de Colima

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EDITORIAL

La dizque llamada oposición de Colima lo volvió hacer: PAN y PRD confabularon con el PRI.

Sin disimulo alguno, en las últimas semanas los 25 diputados del Congreso del Estado votaron por unanimidad la designación de un priista como defensor de los Derechos Humanos de todos los colimenses y el aval para que el Gobernador dé un informe como avestruz.

Conscientes de su vileza, el panista Héctor Insúa y el perredista “expulsado” (dicen al interior de su partido) Francisco Rodríguez defendieron en tribuna el proceso para la elección de los mejores perfiles. Negaron cualquier presión al Consejo Ciudadano que los evaluó. Es más: dijeron que cualquier crítica contra el proceso sería en realidad contra los cinco consejeros, no contra los 25 diputados.

Una vez que panistas y perredistas se lavaron las manos, éstos la alzaron en favor de Flores Arias. Por unanimidad. Los 25 –sin excepción– dieron más valor al autor de una tesis doctoral que a quienes sí experiencia de campo, trabajo y defensa en favor de los derechos humanos.

El ungido niega ser militante y consejero municipal del PRI Tecomán aunque documentos públicos lo prueban.

La oposición es sólo un membrete para ambos partidos. Ante medios arremeten contra el Gobernador, critican el despido de mil 500 burócratas, la deuda superior a los 2 mil 500 millones de pesos y el destino de los recursos ejercidos por los daños tras el paso de ‘Jova’.

Hace nueve meses, en el quinto informe de Mario Anguiano, el diputado Rodríguez criticó la imagen “sonriente” del mandatario frente a feminicidios, inseguridad, pobreza, abandono del campo y la deuda que se convierte en una “herencia maldita”.

“¿De qué se ríe, señor Gobernador?”, fue la frase que se viralizó en redes sociales.

Ahora, los diputados de todas las bancadas y ocho ayuntamientos permitieron una reforma constitucional para que el Gobernador ofrezca su último informe únicamente por escrito.

Nadie le cuestionará el paradero del presupuesto, de los millonarios créditos solicitados, el reconocido desvío de recursos federales, los aviadores en nómina ni, por supuesto, las ganancias en favor de su Segunda Dama.

En el avestruz de Colima, el cuerpo de la corrupción es evidente, pero los diputados –por algún interés– quieren que la cabeza continúe en el agujero.