¿Quiénes somos los estudiantes para los principales actores de la historia?

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Para el gobierno actual, un problema demográfico porque somos muchos y al no producir “riqueza material” somos un lastre para la sociedad que necesita de un espacio de reclusión para nosotros. Para las grandes empresas transnacionales, un jugoso mercado para que sus productos chatarra sean comprados, creando una juventud consumista. Para los medios de comunicación, un amplio público fácilmente manipulable que se contenta con programas cómicos o sangrientos dejando de mirar la realidad en la que vive. Para las instituciones educativas, la materia prima lista para ser transformada en herramientas todas iguales al servicio de los grandes intereses empresariales y, de paso, ganarse un buen dinero con los apoyos obtenidos de programas y con las cuotas de inscripción.

Para la Universidad de Colima, hasta hace poco, éramos simplemente una masa más o menos homogénea a la que no le importaba para nada comprometerse en otros asuntos que no le pudieran favorecer con un punto extra o unas horas de culturales y deportivas, una masa que nos movíamos por intereses egoístas, una masa enajenada para la cual se había creado la Federación de Estudiantes Colimenses con el fin de mantenerla quieta, a gusto y controlada.

Pero todos estas etiquetas que algunos pocos poderosos habían creado para nosotros y que nosotros mismos habíamos creído como verdad, se han venido abajo en las últimas semanas, pues de las cenizas de las luchas estudiantiles anteriores como el movimiento del 68, la huelgas en la UNAM en 1999, el movimiento #YoSoy132 y, en Colima, el Movimiento Estudiantil Disidente han resurgido las brasas que encenderán la luz de un nuevo amanecer estudiantil dentro de la Universidad de Colima.

Porque nuestros maestros y maestras no sólo nos han enseñado dentro de las aulas todo el saber y la ciencia que poseen, sino que al salir a la calles a exigir nada más que lo que es justo, nos han despertado del largo sueño apático en el que estábamos inmersos. Y entonces vino la FEC ha decirnos que era neutral en el asunto, que firmáramos para que nuestros “derechos” fueran respetados a pesar de que los derechos de los maestros eran pisoteados, pero hubo quienes dijimos “#YoNoLeFirméALaFEC”. Después, algunos administrativos y docentes temerosos de nuestras facultades nos pidieron que no hiciéramos ruido, que no nos metiéramos en “asuntos que no nos competen”, pero hicimos oídos sordos y salimos a apoyar a los que luchan. Luego, la FEC intimidó a quienes teniendo una representación estudiantil estaban a favor de la huelga, diciéndoles que tendrían problemas si seguían por ese camino, pero decidimos denunciar sus amenazas y organizarnos autónomamente para ir a despertar a los que aún siguen dormidos.

Porque éramos muchos los inconformes con lo que sucedía a nuestro alrededor, pero estábamos dispersos, realizando acciones aisladas sin mucha repercusión. Pero hoy, que la lucha legítima del SUTUC ha roto las barreras que nos separaban, hemos comprendido que la organización de las inconformidades es la manera de alcanzar nuestros objetivos y de construir una universidad que en verdad sea para todos y todas. Hemos entendido que la participación en los asuntos comunes es el mejor antídoto contra las injusticias, que la unión de las voluntades individuales hace la fuerza y, ahora, no nos separarán jamás.

Hemos desenmascarado ya al enemigo, y lo hemos presentado ante toda la sociedad colimense tal y cual es: una mafia que se aferrado al poder de nuestra máxima casa de estudios ayudada por el gobierno priísta del Estado y por una Federación de Estudiantes corrupta y manipuladora que teme grandemente a todos los que piensan distinto a ellos y que, contradiciendo su discurso de democracia y pluralidad, sofocan cualquier intento de disidencia que ponga en peligro sus intereses de poder y económicos.

Por eso, esta tarde, las y los estudiantes de la Universidad de Colima, del Instituto Tecnológico de Colima y del ISENCO estamos presentes para gritarle a las autoridades universitarias, al gobierno del estado, a los grandes intereses comerciales y la Federación de Estudiantes Colimenses, que “no somos unos borregos más” y que hemos abierto los ojos para nunca más cerrarlos, que la primavera estudiantil colimense apenas comienza y que floreceremos en cada salón, cada escuela, cada campus y cada institución, exigiendo una verdadera democracia, una educación realmente pública y de calidad y una organización autónoma del alumnado.

Quiero terminar con unas líneas del filósofo Enrique Dussel de su “Carta a los indignados” que dice: “¡Juventud del mundo, todos los ciudadanos de buena voluntad, los desocupados, humillados, explotados, excluídos… indígnense pero, acto seguido, organícense participando políticamente para transformar real y empíricamente todas las instituciones políticas! ¡Es la hora de los pueblos! Es la revolución política que cubrirá todo el siglo XXI y que ustedes y muchos otros en otras regiones del mundo, han comenzado ya”.

No temamos, compañeras y compañeros, el único enemigo invencible es el miedo y sobre él ya hemos pasado. No claudiquemos en la lucha, no tenemos nada que perder y sí mucho por ganar. ¡Estudiante consciente, no se hinca ni se vende!

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*Consejero universitario de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Colima