Educación de clase

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“La burguesía hizo que su propia política burguesa fuera la piedra angular del sistema educacional y trató de reducir la enseñanza a la formación de sirvientes dóciles y eficientes de la burguesía, de reducir incluso toda la educación, de arriba a abajo, a la formación de sirvientes dóciles y eficientes de la burguesía, de esclavos e instrumentos del capital. Jamás pensó en hacer de la escuela un medio para desarrollar la personalidad humana.”

– Vladímir Ilich Lenin

 

Las modificaciones a los planes de estudio en la Universidad de Colima hacen evidente, cómo las políticas neoliberales tomadas del consenso de Washington, han alcanzado la educación y peor aún a nuestra alma mater, la Universidad de Colima.

Y es que con dichas modificaciones, es claro y obvio que la línea a seguir es: desaparecer la Filosofía de la educación. Un ejemplo de ello se observa en el plan de estudios de la Facultad de Economía. En un primer momento se modificó una materia tan necesaria y fundamental para un economista como la Economía Política[1], lo que antes se veía en tres semestres pasó a sólo uno.  No contentos con tal acción, dos años después, en enero de 2013, dicha materia fue eliminada del currículo.

Se podría argumentar: “Así es la dinámica de la educación “hoy en día los jóvenes no tienen tiempo”; “se requiere salir de la licenciatura en poco tiempo”; “los tiempos han cambiado”. Tales argumentos resultan limitados, simples y con fines de mercado, pues únicamente responden a las políticas capitalistas expresadas hoy en el neoliberalismo. Dichas políticas, en su afán de ganar y expandirse hacia nuevos mercados, han intentado medir la educación en forma cuantitativa.

Hemos sido testigos de cómo la educación cada vez se va vulgarizando, degradando su esencia, pervertida, seducida por los mercados, controlada por los escrúpulos de los cuales nos debiera enseñar a defendernos.  Atrás quedó “La Universidad Popular de Colima”. Se borra la memoria colectiva mediante la mutilación de las frases. Recuerdo que todavía en el bachillerato se enseñaba cómo la Universidad Popular de Colima se formó para resolver y cambiar la realidad social, incluso al rendir protesta, se jura abogar por los que menos tienen; al final para muchos, queda en simples protocolos: se egresa y se olvida. Se entra en el juego de alcanzar el estilo de vida americano (rat race).

Fuera de las aulas existe una sociedad con necesidades, deseosa de lo más indispensable, manteniendo con sus impuestos a los egresados del mañana, los cuales (se supondría) mejorarán la realidad social y no egresarán para ser explotados.

Y, es que, si de por sí la tan viciada educación tiene sus limitaciones y desventajas, como dice James Lovelock (creador de la teoría de Gaia), las materias han sido segmentadas, separadas a tal grado que se llega creer que una disciplina no tiene nada que ver con la otra. Como si fuesen mundos distintos, desconectados uno del otro. Se olvida que todo está conectado, toda acción influye dentro del mismo espacio, pero es una de las múltiples formas  de enajenación de un sistema que busca segregar para controlar.

La tendencia continúa: privatizar lo público sobre lo privado. Se privatiza la educación, la salud, vivienda, telecomunicaciones, la vida misma. Si dejamos que los mercados sigan tomando las decisiones fundamentales como civilización, corremos peligro como humanidad. Por ello es fundamental que incidamos para cambiar la realidad, para ello es imprescindible una educación con sentido social, humano y revolucionario. Politicemos en nuestros espacios, defendamos lo colectivo, lo público, informémonos, participemos, pues el planeta corre peligro, está enferma de un sistema que es totalmente contrario a nosotros el cual se ha incrustado en nuestra forma de vida solapado por una educación mercantilista.

Así pues, la tarea es retomar el papel luchador de l@s jóvenes, informándose siguiendo el ejemplo de la asamblea FALCOM y la de Pedagogía, donde de manera democrática mediante consenso se toman las decisiones que a todos corresponden.

Es posible. Sí, sin duda es posible.

 


[1] La economía política es la crítica a la economía de Adam Smith “La riqueza de las naciones” que se resume en “dejar hacer, dejar pasar”, es decir, libre competencia de mercados donde según éstos al buscar su propio beneficio individual y egoísta beneficiarían a las mayorías. Marx logra evidenciar tal contradicción y fundamenta de manera científica cómo dichos postulados de Smith nos llevarían -como lo vemos hoy en día- a una sociedad cada vez con mayor concentración del capital, al grado de que actualmente un 15% de la población mundial controla y ejerce el 80% de los ingresos mundiales con tal concentración de capitales en pocos individuos comienzan a surgir los monopolios que a su vez invaden otros sectores como Carlos Slim que paso de las telecomunicaciones a centros comerciales, y ahora también ingresa al mercado cementero.